De gallegos
Una vez un gallego quiso asaltar un banco, fue hasta el más cercano, entró llevando un gato en su mano y dijo a las personas:
¡Manos arriba, entreguen el dinero o aprieto el gatillo!
El gallego era tan, pero tan tonto, que se cortó una oreja porque decía que la tenía repetida.
En la escuela, pregunta la maestra:
-Que lo siento mucho, señorita.
El gallego Papilo tenía tanta, pero tanta mala suerte, que una vez se lanzó al vació y estaba lleno.
En el ejército el coronel dijo:
¡Sigan avanzando!
Y Papilo se perdió porque “Vanzando” no conocía el camino.
Papilo es tan, pero tan vago, que cuando muera, sus amigos ya decidieron que pondrán la siguiente inscripción en su tumba:
"Aquí continúa descansando..."