Mostrando las entradas con la etiqueta Art. de Efemérides. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Art. de Efemérides. Mostrar todas las entradas

Art. de Efemérides 92

24 de Septiembre de 1812 - 24 de Septiembre de 2008

La Batalla de Tucumán
El enfrentamiento armado que salvó la Guerra de la Independencia

A mediados de 1812, empezaron a llegar a Tucumán los soldados del Ejército del Norte, que mandaba el General Manuel Belgrano.

Venían alicaídos por las derrotas en el Alto Perú y con órdenes de retirarse hasta Córdoba. El ejército español les iba pisando los talones. Pero en San Miguel de Tucumán, toda la situación sufriría un viraje imprevisto: los hombres principales del vecindario pidieron formalmente que desobedeciera la disposición del Gobierno Central, instándolo a quedarse en la ciudad y dar batalla. Ellos se comprometían a aportar toda la ayuda posible, tanto en dinero como en reclutas, víveres, monturas y vestuario.
Belgrano, como lo describe el general Paz, siempre era partidario de ir sobre el enemigo y no concebía las retiradas. Por eso, la propuesta de los tucumanos lo entusiasmó y resolvió probar suerte. Febrilmente, la ciudad se convirtió en un gran taller de preparativos para engrosar y revitalizar el ejército.
Para la mañana del 24 de septiembre, todo estuvo listo. Era el día de Nuestra Señora de la Merced y el general puso bajo su protección la suerte de las armas, plegaria que el devoto vecindario compartió de corazón.
El jefe realista, Pío Tristán, pensaba que todo sería un paseo. Tanto, que mandó un aguatero a que le preparase una refrescante bañadera para el mediodía, en casa de uno de los españoles de la ciudad. Él tenía 3.000 hombres y los tucumanos no llegaban a 1.600.
¿Qué peligro podían significar esas tropas inexpertas y mal armadas? Se equivocó de medio a medio. El encuentro fue en el Campo de las Carreras. El ala izquierda y el centro fueron desbaratadas y capturada la artillería enemiga en una relampagueante y confusa acción, en la que hubo hasta una manga de langostas que oscurecía el cielo. “Es una de las batallas más difíciles de describir”, dijo el general Paz.
Perplejo y amenazante, sin atreverse a intentar un segundo ataque sobre los patriotas que lo aguardaban en la ciudad, Tristán optó, al día siguiente, por retirarse rumbo a Salta. Hasta allí iría Belgrano, cinco meses después, para asestarle el golpe definitivo.
La batalla de Tucumán fue, así, una de las acciones más decisivas de la Guerra de la Independencia. Bartolomé Mitre ha dicho claramente que si Belgrano hubiera acatado la orden de retirada que le daba el Gobierno, muy posiblemente estas provincias se hubieran perdido para la causa patriota, y para siempre, permitiéndose la peligrosa conexión de los centros realistas del Alto Perú y de Montevideo.
Por eso no exageró al opinar que, en Tucumán, Belgrano salvó la suerte de la revolución, ni más ni menos. Por otra parte, como lo ha hecho notar Manuel Lizondo Borda, “las batallas de Tucumán y Salta son las únicas de carácter campal, dadas contra los españoles en suelo argentino”.
Vista a 196(*) años de distancia, la acción de Campo de las Carreras se nos presenta como simbólica en el aspecto más noble de la Guerra de la Independencia. No se trató meramente de un episodio militar, donde todo responde a la verticalidad del sistema castrense. Tanto en la decisión de detenerse en Tucumán para enfrentar a los realistas, como en la preparación de la fuerza con que se contaría para el encuentro, Belgrano debió apoyarse en el auténtico sentir del pueblo tucumano. Después, los estudiosos dirían que la batalla en este punto era estratégicamente oportuna, y demás. Pero lo que la desencadenó fue la firme decisión de la gente, que se resistía a que su tierra fuera ocupada por el enemigo, y que no sólo reclamó una decisión del jefe, sino que cumplió su compromiso personal de apoyarlo.
Para Vicente Fidel López, fue “la más criollas de cuantas batallas se hayan dado en territorio argentino”. En efecto, nada le faltó para testimoniar la presencia viva de nuestra gente. Los gauchos tucumanos cargaron sobre el enemigo lanzando los alaridos con que solían animarse en las circunstancias alegres o difíciles. Con el cabo de los rebenques, hacían sonar estrepitosamente los guardamontes. Es fácil imaginar que una arremetida de esas características, a cargo de quienes, además, eran temerarios jinetes, suscitó un escalofrío en la caballería española. Le daba también un fondo criollo el viento furibundo que soplaba sobre el campo y que mezclaba las langostas con el tierral. Fue criolla la inteligencia con que obró el mayor general Eustaquio Díaz Vélez en los momentos finales: desconectado de Belgrano y teniendo en su poder la artillería enemiga, así como medio millar de prisioneros, resolvió parapetarse en la ciudad, que estaba fortificada. Eso desanimó a Tristán.
Fue criolla también, por fin, la manera en que los vecinos se confiaron en la Providencia, a través de la Virgen de la Merced, una de sus devociones más antiguas y populares. Le rezaban desde hacía siglos, los 24 de septiembre, y confiaron en que en esa jornada, la Redentora de Cautivos no los iba de defraudar.
Desde entonces, y hasta ahora, cada nuevo aniversario el pueblo se apiña en la plaza Belgrano, justo en el lugar que en 1812 tocaba la punta del ejército patriota desplegado. Desde allí, la multitud acompaña a la Virgen Generala, en procesión, hasta la iglesia.

Fuente: Copyright Nueva, 1991.
Redactado por Carlos Páez de la Torre (h)
(*) Número de años adaptado a la fecha actual

Artículo de Efemérides 89

17 de Agosto de 1850-2008

Aniversario de la muerte del General José de San Martin


José de San Martín nació en Yapeyú, Corrientes, el 25 de febrero de 1778. Cuando era muy niño sus padres, don Juan de San Martín y doña Gregoria Matorras, lo llevaron a España para que allí realizara sus estudios.

Dos frases tomadas del escudo de armas de sus padres parecen haber sido sus reglas de vida: “Serás lo que debas ser o no serás nada” y “Velar se debe a la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”.

Hacia 1804 luchó nuevamente contra las tropas de Napoleón en las batallas de Arjonilla y Bailén; su destacada actuación en esta última le valió el ascenso a teniente coronel. Tres años después, luego de su intervención en la batalla de Albuera, solicitó la baja del ejército español, ya decidido a abrazar la causa de la emancipación americana. Antes de embarcarse hacia América viajó a Londres donde conoció a varios americanos, entre ellos a Manuel Moreno, hermano de Mariano, Tomás Guido y Andrés Bello.

A bordo de la fragata Jorge Canning llegó a Buenos Aires en marzo de 1812. El Triunvirato le reconoció el grado de teniente coronel y le encomendó la formación de un regimiento de caballería. San Martín puso todo su esfuerzo y su valiosa experiencia guerrera en la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuyo cuartel se estableció en Retiro.

Allí adiestró a sus hombres, física y moralmente. Inculcándoles un estricto código de honor castigaba, entre otras cosas, la cobardía en la lucha. Su bautismo de fuego fue el combate de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813, ocasión en la que estuvo a punto de perder su vida y fue salvado por la oportuna intervención de sus heroicos soldados Baigorria y Cabral.

Poco antes, había firmado una filial de la Logia Lautaro, junto con sus amigos Alvear y Zapiola, cuya finalidad era trabajar por “la independencia de América y su felicidad, obrando con honor y procediendo con justicia”. Promovida por esta asociación, estalló la revolución el 8 de octubre de 1812, que derrocó al Primer Triunvirato y dio lugar a la formación del segundo.


En el Norte y en Los Andes

A principios de 1814, San Martín reemplazó a Manuel Belgrano en el mando del Ejército del Norte y se dedicó a reorganizarlo, creando para ello una Academia Militar. Luego de permanecer cuatro meses al frente de las tropas, solicitó licencia argumentando motivos de salud.

Dos años después fue decisiva su intervención, así como las de Belgrano, en las sesiones del Congreso de Tucumán en lo relativo a declarar la independencia. En 1814 había sido nombrado gobernador intendente de Cuyo, y de acuerdo con Pueyrredón había planeado la formación de un ejército que fuera capaz de llevar al continente americano la bandera de la libertad.

Con grandes esfuerzos, el director supremo Pueyrredón cumplió su palabra y apoyó a San Martín en la magna empresa, que también contó con el invalorable apoyo del pueblo mendocino. Así se equipó a las tropas que iban a cruzar la cordillera de los Andes. Las mujeres cosieron la ropa, fray Luis Beltrán forjó las armas y el genio militar de San Martín les inculcó los conocimientos y la disciplina que, unidos al heroísmo de los soldados, los iban a convertir en invencibles.

Se sucedieron en Chile las batallas gloriosas de Chacabuco y Maipú. Cancha Rayada fue un desesperado intento de los realistas por recuperar Chile, pero el triunfo de Maipú significó la libertad para ese país hermano. San Martín proclamó su independencia el 12 de febrero de 1818.

Inmediatamente se dedicó a organizar su campaña al Perú. El Ejército Libertador partió de Valparaiso en agosto de 1820. El Callao, Nazca, Pasco, la campaña de Puertos Intermedios y meses de negociaciones llevaron finalmente a proclamar la independencia del Perú el 28 de julio de 1821.

Mientras tanto, el general venezolano Simón Bolívar venía realizando su campaña libertadora desde el norte. San Martín decidió entrevistarse con él. La reunión se realizó en Guayaquil el 26 de julio de 1822. El resultado de aquella entrevista fue el retiro de San Martín de la lucha, cediendo a Bolívar la gloria de completar la campaña. Ese mismo año renunció a todos los cargos y honores en el Perú y se dirigió a Mendoza.


Los últimos años

La muerte de Remedios, su esposa, y algunos comentarios mal intencionados en su contra lo sumieron en un gran dolor. Con su hija Mercedes partió hacia Europa. En 1829 volvió a Buenos Aires, pero no desembarcó al comprobar que su amada Patria estaba desgranada en luchas civiles. Se instaló en Grand Bourg, Francia, en una propiedad que pudo adquirir gracias a la ayuda de su amigo Alejandro Aguado.

Poco después del casamiento de su hija, se trasladó a Boulogne Sur Mer donde transcurrieron los últimos años de su vida, sin responder a las difamaciones de quienes no supieron ver su grandeza. Pero también recibió la visita de hombres de la talla de Juan Bautista Alberdi y de Domingo Faustino Sarmiento, que le hablaban de la patria lejana y recibían sus lecciones de humildad y patriotismo. Allí murió el gran General.


Fuente: Suplemento Escolar de

La Gaceta (Edición del Martes 12 de agosto)

Art. de Efemérides 85

20 de Junio Día de la Bandera

Luego de la conformación de la primera Junta de Gobierno Patrio (25 de mayo de 1810) y hasta la declaración de la independencia de nuestro país (el 9 de julio de 1816), el Virreynato del Río de la Plata se vio amenazado constantemente por las diversas campañas militares realistas, que pretendían retomar el dominio político del mismo.

Fue en ese período en que con una labor destacada tanto del General Belgrano como del General San Martín, que el ejército patrio realizó diversas expediciones, enarbolando en muchas de ellas la Bandera de Belgrano.

Primer Sitio de Montevideo

Juan José Paso fue enviado por la Junta de Buenos Aires a Montevideo para obtener el reconocimiento de esta plaza a la Primera Junta. Pero esta se mantuvo leal al rey al Consejo de Regencia de Cádiz, por lo que Paso debió regresar a Buenos Aires sin ningún resultado.
La situación se complicó cuando llegó de España Javier de Elío, nombrado por el Consejo de Regencia virrey del Río de la Plata. Este demandó entonces a Buenos Aires subordinación, pero la Junta no lo reconoció. Elío ordenó a José Gervasio de Artigas, teniente de blandengues en Colonia, organizar fuerzas militares para atacar a Buenos Aires, pero este ofreció sus servicios a la Junta de Buenos Aires. El 25 de febrero de 1811 en las cercanías del arroyo de Asencio se declaró en rebeldía e inició su campaña contra los realistas (Grito de Asencio). Rondeau, al frente del ejército patriota inició el sitio de Montevideo en mayo de 1811 pero este se prolongó hasta octubre del mismo año sin resultados positivos. Frente a la complicada situación militar (derrotas de Huaquí y de San Nicolás) el Triunvirato decidió firmar un armisticio con el virrey Elío.

Segundo Sitio de Montevideo
Artigas repudió el armisticio firmado entre Elío y Buenos Aires abandonando la Banda Oriental (episodio que se conoce como el Éxodo oriental) seguido por soldados y pobladores e instaló su campamento en Entre Ríos (arroyo Ayuí).
Mientras tanto Sarratea fue enviado por Buenos Aires para poner fin a la actitud separatista de Montevideo que se fortalecía con ayuda externa. Instaló su campamento en las cercanías del de Artigas (arroyo de la China). La relación entre ambos jefes no eran buenas y se deterioraron aún más por las acciones del porteño que obstaculizaba a Artigas.
Sarratea decidió poner sitio nuevamente a Montevideo. Esta medida resultó nuevamente ineficaz porque esta plaza recibía pertrechos de guerra y alimentos por agua. Las tropas porteñas entonces se amotinaron desconociendo a Sarratea por lo que se nombró en su reemplazo a José Rondeau.
Este jefe contó con el apoyo de Artigas que se puso a sus órdenes y reforzó el cerco de Montevideo con 5.000 hombres.

Defensa de las Riberas Litorales
Nace la Bandera Nacional
El Triunvirato debió erigir una serie de baterías en las márgenes del Paraná para proteger a las ciudades ribereñas de los saqueos de las naves realistas que obtenían así provisiones para el Sitio de Montevideo. Nombraron a Belgrano jefe de dos baterías creadas para defender a Rosario, llamadas "Libertad" e Independencia".
En estas circunstancias es que Belgrano advirtió la necesidad de poseer distintivos genuinos solicitó al Triunvirato autorización para el uso de un distintivo único, estos lo autorizaron a usar una escarapela de color blanco y azul celeste (18/02/1812) y abolieron el uso de la roja tradicionalmente usada. Días después enarboló una bandera de los mismos colores (27/02/1812) pensando que la declaración de la independencia estaba próxima. Por este acto recibió una amonestación del gobierno ya que aún no eran un estado independiente.
No obstante ello, Belgrano en una isla del Paraná frente a Rosario izó por primera vez la Bandera Nacional que él mismo había ideado.
Belgrano debió abandonar su destino en Rosario ante la renuncia de Pueyrredón en el ejército del Norte y dirigirse hacia allí.
En su reemplazo fue nombrado el coronel José de San Martín, jefe del nuevo regimiento de Granaderos a caballo.

Batalla de San Lorenzo
En enero de 1813 una flotilla española remontó el Paraná en una de sus habituales incursiones de saqueo, desembarcaron San Lorenzo, al norte de Rosario, 250 hombres con dos piezas de artillería, cuando intentaban alcanzar el convento de San Carlos para robar sus provisiones fueron sorprendidos por la caballería de San Martín que dividida en dos alas provocaron el desbande del enemigo.

Belgrano en el Ejército del Norte:
El Éxodo Jujeño
En el Ejército del Norte también fue enarbolada la Bandera Nacional por iniciativa de Belgrano, dando con ello claros signos de aliento y cohesión a los soldados que lo integraban. Los enfrentamientos militares posteriores la tuvieron siempre como testigo.
Belgrano se dirigió al norte para reemplazar a Pueyrredón que había solicitado su relevo. El ejército patriota se encontraba desorganizado y maltrecho después del desastre de Huaquí, sólo quedaban 800 hombres. La misión de Belgrano era reorganizar y levantar la moral de estos hombres. Llegó a Yatasto (Salta) el 23 de marzo de 1812, allí se encontró con los restos del Ejército del Norte.
El 25 de mayo de 1812, en conmemoración de los sucesos de Mayo hizo bendecir la nueva bandera para elevar así la moral de la tropa. Este acto le valió severas reprimendas del Triunvirato.
Belgrano, siguiendo órdenes del gobierno indicó la retirada hacia Córdoba. Su genialidad consistió en agregar a las ordenes de retirada del ejército la de todo el pueblo Jujeño que también debía destruir todo aquello que no se pudiera transportar, el objetivo era dejar a los realistas tierras arrasadas.
También desobedeciendo órdenes, se enfrentó en Tucumán exitosamente a los realistas, luego de reorganizar el ejército en tres meses y aglutinar 3.000 hombre.

Fuente: Este extracto pertenece a la Obra multimedial de
Sintesoft
Historia Argentina, Tomo I.

El nombe completo del creador de la Bandera Nacional fue “Manuel José Joaquín Corazón de Jesús Belgrano”. Nació en Buenos Aires el 03 de Junio de 1770. Se convirtió en militar luego de haber cursado su carrera en España. A los 23 años volvió a Buenos Aires para desempeñarse como Secretario del Consulado. Creyó que ningún progreso sería posible bajo el gobierno español, por eso fue un defensor más de la lucha por la Independencia Nacional. José María Paz lo definió diciendo: “Belgrano poseía una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado”. Falleció en Buenos Aires, el 20 de junio de 1820.

Art. de Efemérides 70

El 12 de Octubre se conmemora el descubrimiento de América y por ese encuentro de dos civilizaciones se festeja el Día de la Raza


La mayoría de los historiadores coinciden en que Cristóbal Colón nació en la ciudad italiana de Génova hacia 1451
Cuando todavía era un niño, ya se podía intuir que su vida iba a estar siempre unida al mar. Se sabe que cuando tenía quince años era marinero y que a los veinte o veintidós ya mandaba un barco. Desde 1470 hasta 1476 navegó numerosas veces por el mar Mediterráneo, por las principales rutas comerciales de la época.
En 1476 Colón llegó a Portugal y allí aprendió los secretos necesarios para navegar por el océano Atlántico. Parece ser que hacia 1480 se casó; su mujer se llamaba Felipa Moñiz y dos años después nació su hijo Diego. En algún momento entre 1477 y 1482, alguien informó a Colón de que al otro lado del océano Atlántico existía tierra. Comenzó entonces a elaborar su plan descubridor.
En 1485, tras haber sido rechazado su proyecto en Portugal, llegó a Castilla y visitó el monasterio franciscano de Santa María de La Rábida, en Huelva. Los Reyes Católicos le recibieron por primera vez en 1486 en Alcalá de Henares, y, a continuación, nombraron una junta de expertos para valorar su proyecto, que fue desechado de nuevo.
Finalmente, el 17 de abril de 1492, Colón firmó con los Reyes Católicos las Capitulaciones de Santa Fe: un documento-contrato que estipulaba las condiciones en que Cristóbal Colón haría su viaje.
El 3 de agosto de 1492, la flota de Colón salió del puerto de Palos de la Frontera, en Huelva. Eran tres naves: Pinta, Niña y Santa María. El 12 de octubre de ese año, después de muchas penalidades, Rodrigo de Triana, un marinero de la Pinta, dio un grito que cambiaría la historia del mundo: “¡tierra!”. Colón y sus hombres habían llegado al Nuevo Mundo mostrando a los europeos el camino para ir y volver del continente que habría de llamarse América.
Hasta su fallecimiento, ocurrido el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, Colón habría realizado 4 viajes al Nuevo Mundo, América: el segundo, en 1493; el tercero, en 1498; y el cuarto último, 1502.
Colón jamás supo que había encontrado un nuevo continente rico y desconocido hasta entonces. Cuando él murió, sumido en la pobreza, aún estaba convencido de haber llegado a la India.


Fuente: Enciclopedia Encarta.

Art. de Efemérides 64

9 de Julio de 1816 - 2007. Declaración de la Independencia Argentina


Independencia Argentina es el nombre con el que se recuerda la Declaración de la Independencia de las entonces Provincias Unidas en Sudamérica, proclamada el 9 de julio de 1816 mediante un Congreso reunido en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en la casa que era propiedad de Francisca Bazán de Laguna, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941.

En 1814, el rey Fernando VII, regresaba al trono de España. Esta situación le quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo e instaurado la Primera Junta. Ya no podían actuar en nombre del rey de España porque éste volvía a estar en el poder efectivo. España quería reconquistar sus colonias. Los realistas (españoles y adictos a la colonia) habían triunfado en Sipe-Sipe, Guaqui, Vilcapugio y Ayohuma y eran fuertes en el Alto Perú. Desde allí pensaban atacar las bases de patriotas ya entonces al mando de José de San Martín e invadir todo el territorio de Argentina teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno unitario de Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba 15.000 habitantes.
Varios territorios que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata no pudieron hacer llegar continúa en página 10 sus representantes: algunos por haber recaído ante los realistas, otros por estar acometidos por la invasión lusobrasileña. Todas las provincias de la Liga Federal (Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe) intentaron allegar a sus representantes pero estos fueron aprisionados por los agentes del Directorio unitario instalado en Buenos Aires, sólo por su situación estratégica y por la habilidad de sus diplomáticos una sola provincia con gobierno federalista logró hacer llegar sus representantes: Córdoba la cual, aunque no logró hacer triunfar las ideas federales, sí representó el ideario preconizado por José Gervasio Artigas. En cuanto a Paraguay, tal territorio se declaró independiente (tras haber estado confederado) ante las actitudes hipercentralistas del Directorio establecido en la ciudad Buenos Aires, en cuanto a los territorios de la Patagonia, Comahue y el Gran Chaco se encontraban bajo el dominio de los llamados pueblos originarios. El Congreso se inició con la presencia de 33 diputados.
Casa de la Independencia ArgentinaEs de notar que, pese a una hegemonia de representantes de todas las provincias con signo "unitario" el Congreso de San Miguel de Tucumán expresó en gran parte intenciones federales mantenidas por José de San Martín, Manuel Belgrano y Bernardo de Monteagudo entre otros de sus principales realizadores, sin embargo la situación de guerra abierta con la monarquía española y la creciente ingerencia del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve hizo que, tácticamente, muchos de los que podían tener simpatías por el federalismo, decidieran abroquelarse monolíticamente en una especie de "unitarismo" coyuntural ante los ataques externos.
Por otra parte, el Congreso del 9 de julio de 1816, aunque no logró (dadas las circunstancias que exigían un abroquelado) hacer prevalecer un sistema federal (y de este modo una Constitución), reivindicó la casi totalidad de lo declarado en el llamado Congreso de Oriente reunido a pedido por José Gervasio Artigas en Arroyo de la China durante abril e instituido el 29 de junio de 1815, entre otras cruciales intenciones que se establecieron en el Arroyo de la China, en el Congreso de Tucumán se proclamó la declaración de independencia argentina respecto de España y (tras una semana) de toda otra dominación extranjera.
Según la decisión de los propios delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada mes. Este cuerpo, tenía además, la facultad de intervenir en casi todos los asuntos que se presentaban a su consideración. Esto provocó interminables debates.
La votación finalmente se concretó el 9 de julio. En ese momento presidía el cuerpo, el representante de San Juan, Francisco Narciso de Laprida. Ningún país reconoció, en ese momento, la independencia nacional. Las discusiones posteriores giraron en torno de la forma de gobierno que debía adoptarse para el nuevo Estado.
Las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar en 1817.
Tras la batalla de Cepeda (1 de febrero de 1820), que marcó la profundización de las divisiones entre unitarios y federales, el Congreso se disolvió.

Acta de la Independencia


El siguiente es el texto del acta de la Independencia declarada por el Congreso de las Provincias de Sudamérica:
"En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de Julio de mil ochocientos diez y seis: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fixando en su virtud la declaración siguiente:
Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protextando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los resyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración. Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios".
El 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento. Donde decía «independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», se añadió: «y toda otra dominación extranjera».



Fuente: www.wikipedia.com
La Enciclopedia Libre

Art. de Efemérides 63

20 de junio
Día de la Bandera Nacional Argentina

Luego de la conformación de la primera Junta de Gobierno Patrio (25 de mayo de 1810) y hasta la declaración de la independencia de nuestro país (el 9 de julio de 1816), el Virreynato del Río de la Plata se vio amenazado constantemente por las diversas campañas militares realistas, que pretendían retomar el dominio político del mismo. Fue en ese período en que con una labor destacada tanto del General Belgrano como del General San Martín, que el ejército patrio realizó diversas expediciones, enarbolando en muchas de ellas la Bandera de Belgrano.
El nombe completo del creador de la Bandera Nacional fue “Manuel José Joaquín Corazón de Jesús Belgrano”. Nació en Buenos Aires el 03 de Junio de 1770. Se convirtió en militar luego de haber cursado su carrera en España. A los 23 años volvió a Buenos Aires para desempeñarse como Secretario del Consulado. Creyó que ningún progreso sería posible bajo el gobierno español, por eso fue un defensor más de la lucha por la Independencia Nacional. José María Paz lo definió diciendo: “Belgrano poseía una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado. Falleció en Buenos Aires, el 20 de junio de 1820.


Primer Sitio de Montevideo
Juan José Paso fue enviado por la Junta de Buenos Aires a Montevideo para obtener el reconocimiento de esta plaza a la Primera Junta. Pero esta se mantuvo leal al rey y al Consejo de Regencia de Cádiz, por lo que Paso debió regresar a Buenos Aires sin ningún resultado.
La situación se complicó cuando llegó de España Javier de Elío, nombrado por el Consejo de Regencia virrey del Río de la Plata. Este demandó entonces a Buenos Aires subordinación, pero la Junta no lo reconoció. Elío ordenó a José Gervasio de Artigas, teniente de blandengues en Colonia, organizar fuerzas militares para atacar a Buenos Aires, pero este ofreció sus servicios a la Junta de Buenos Aires. El 25 de febrero de 1811 en las cercanías del arroyo de Asencio se declaró en rebeldía e inició su campaña contra los realistas (Grito de Asencio). Rondeau, al frente del ejército patriota inició el sitio de Montevideo en mayo de 1811 pero este se prolongó hasta octubre del mismo año sin resultados positivos. Frente a la complicada situación militar (derrotas de Huaquí y de San Nicolás) el Triunvirato decidió firmar un armisticio con el virrey Elío.

Segundo Sitio de Montevideo
Artigas repudió el armisticio firmado entre Elío y Buenos Aires abandonando la Banda Oriental (episodio que se conoce como el Éxodo oriental) seguido por soldados y pobladores e instaló su campamento en Entre Ríos (arroyo Ayuí).
Mientras tanto Sarratea fue enviado por Buenos Aires para poner fin a la actitud separatista de Montevideo que se fortalecía con ayuda externa. Instaló su campamento en las cercanías del de Artigas (arroyo de la China). La relación entre ambos jefes no eran buenas y se deterioraron aún más por las acciones del porteño que obstaculizaba a Artigas.
Sarratea decidió poner sitio nuevamente a Montevideo. Esta medida resultó nuevamente ineficaz porque esta plaza recibía pertrechos de guerra y alimentos por agua. Las tropas porteñas entonces se amotinaron desconociendo a Sarratea por lo que se nombró en su reemplazo a José Rondeau.
Este jefe contó con el apoyo de Artigas que se puso a sus órdenes y reforzó el cerco de Montevideo con 5.000 hombres.

Defensa de las Riberas Litorales
Nace la Bandera Nacional
El Triunvirato debió erigir una serie de baterías en las márgenes del Paraná para proteger a las ciudades ribereñas de los saqueos de las naves realistas que obtenían así provisiones para el Sitio de Montevideo. Nombraron a Belgrano jefe de dos baterías creadas para defender a Rosario, llamadas "Libertad" e Independencia".
En estas circunstancias es que Belgrano advirtió la necesidad de poseer distintivos genuinos solicitó al Triunvirato autorización para el uso de un distintivo único, estos lo autorizaron a usar una escarapela de color blanco y azul celeste (18/02/1812) y abolieron el uso de la roja tradicionalmente usada. Días después enarboló una bandera de los mismos colores (27/02/1812) pensando que la declaración de la independencia estaba próxima. Por este acto recibió una amonestación del gobierno ya que aún no eran un estado independiente.
No obstante ello, Belgrano en una isla del Paraná frente a Rosario izó por primera vez la Bandera Nacional que él mismo había ideado.
Belgrano debió abandonar su destino en Rosario ante la renuncia de Pueyrredón en el ejército del Norte y dirigirse hacia allí.
En su reemplazo fue nombrado el coronel José de San Martín, jefe del nuevo regimiento de Granaderos a caballo.

Batalla de San Lorenzo
En enero de 1813 una flotilla española remontó el Paraná en una de sus habituales incursiones de saqueo, desembarcaron San Lorenzo, al norte de Rosario, 250 hombres con dos piezas de artillería, cuando intentaban alcanzar el convento de San Carlos para robar sus provisiones fueron sorprendidos por la caballería de San Martín que dividida en dos alas provocaron el desbande del enemigo.

Belgrano en el Ejército del Norte: El Éxodo Jujeño
En el Ejército del Norte también fue enarbolada la Bandera Nacional por iniciativa de Belgrano, dando con ello claros signos de aliento y cohesión a los soldados que lo integraban. Los enfrentamientos militares posteriores la tuvieron siempre como testigo.
Belgrano se dirigió al norte para reemplazar a Pueyrredón que había solicitado su relevo. El ejército patriota se encontraba desorganizado y maltrecho después del desastre de Huaquí, sólo quedaban 800 hombres. La misión de Belgrano era reorganizar y levantar la moral de estos hombres. Llegó a Yatasto (Salta) el 23 de marzo de 1812, allí se encontró con los restos del Ejército del Norte.
El 25 de mayo de 1812, en conmemoración de los sucesos de Mayo hizo bendecir la nueva bandera para elevar así la moral de la tropa. Este acto le valió severas reprimendas del Triunvirato.
Belgrano, siguiendo ordenes del gobierno indicó la retirada hacia Córdoba. Su genialidad consistió en agregar a las ordenes de retirada del ejército la de todo el pueblo Jujeño que también debía destruir todo aquello que no se pudiera transportar, el objetivo era dejar a los realistas tierras arrasadas.
También desobedeciendo órdenes, se enfrentó en Tucumán exitosamente a los realistas, luego de reorganizar el ejército en tres meses y aglutinar 3.000 hombre.


Fuente: Este extracto pertenece a la
Obra multimedial de Sintesoft
Historia Argentina, Tomo I.

Art. de Efemérides gral. 61

La Revolución de Mayo

Al comenzar el año 1810 la agitación revolucionaria había crecido. Una sociedad secreta integrada, entre otros, por Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Hipólito Vieytes, Agustín Donado, Alberti, Terrada, Darragueira, Chiclana, Castelli, French, Beruti, Viamonte y Guido, organizaba las acciones. Las reuniones se realizaban en la casa de Vieytes, en la de Rodríguez Peña o en la quinta de Orma. Cornelio Saavedra ofreció su contingente armado, los Patricios.

Sucesos de la Semana de Mayo

13 de mayo
: Una fragata inglesa que recaló en Montevideo trajo periódicos en los que se informaba acerca de la caída de la última Junta de España en Andalucía.

18 de mayo: Por medio de una proclama, el Virrey Cisneros comunicó esos hechos al pueblo y aconsejó tranquilidad y obediencia a las autoridades españolas.

19 de mayo: Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José Lezica, para que convocara, con anuencia de Cisneros, un Cabildo Abierto. Castelli cumplió idéntica misión ante el síndico procurador Julián de Leiva.

20 de mayo: Cisneros reunió en la Fortaleza a los jefes militares para pedir su apoyo pero no tomó ninguna decisión. Los patriotas disidieron que Castelli y Martín Rodríguez se presentaran ante el Virrey para exigirle la reunión de un Cabildo Abierto. Cisneros finalmente aceptó.

21 de mayo: Algunos vecinos se reunieron en la Plaza Mayor para apoyar la solicitud de un Cabildo Abierto.
Se convocó a los vecinos por medio de esquelas.

22 de mayo: A las 09:00 de la mañana alrededor de 250 invitados comenzaron la sesión.
El debate se inició con la proclama del escribano del Cabildo, Justo Nuñez, quien aconsejó evitar toda innovación y acatar la autoridad del Virrey. Siguió en el uso de la palabra el obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega quien sostuvo que aún en caso de una pérdida total de la Península, los españoles debían continuar gobernando en América y los criollos sólo podrían llegar a ejercer el poder cuando no quedara ningún español en estas tierras.
A continuación habló el doctor Juan José Castelli quien fundamentó los derechos del pueblo de Buenos Aires para ejercer su soberanía y formar un nuevo gobierno en el cautiverio de Fernando VII y la disolución de la Junta Central de Sevilla.
Ruiz Huidobro, en nombre de algunos grupos militares, sostuvo que Cisneros debía cesar en el mando por haber caducado la autoridad que lo nombró. El Cabildo debía reasumir el poder para entregarlo luego a otra persona.
El fiscal Manuel Genaro Villota afirmó que las resoluciones de los vecinos porteños carecían de validez porque no representaban a todo el virreinato.
El presbítero Nepomuceno Solá se mostró partidario de entregar el poder al Cabildo hasta que se reuniera una Junta integrada por diputados de todo el Virreinato. Juan José Paso, abogado criollo, sostuvo la necesidad de establecer en Buenos Aires una Junta Gubernativa lo antes posible.
A continuación se decidió votar una propuesta concreta. Entre todas se destacó la proposición de Cornelio Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular. Según sus palabras "...No queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando..." Adhirieron a su opinión Castelli, Belgrano, Paso, Moreno y Rivadavia entre otros. El escrutinio se postergó para el día siguiente.

23 de mayo: El recuento de los votos arrojó las siguientes cifras 155 votos por la destitución del Virrey; 69 por su continuación en el mando sólo o asociado.
Una maniobra de los regidores del Cabildo permitió designar, sin consultar al pueblo, una Junta Provisional presidida por el propio Virrey.
Cisneros aceptó pero decidió consultar con los jefes militares que no lo apoyaron.
La destitución del Virrey se hizo pública a través de un bando por las calles de Buenos Aires.

24 de mayo: El Cabildo dispuso que Cisneros continuara en el mando al frente de una Junta de Gobierno integrada por españoles y por los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra. Cuando se conoció la noticia la agitación cundió por la Plaza Mayor y los cuarteles de Patricios.
El descontento estaba encabezado por Domingo French, Antonio Beruti y otros jóvenes conocidos como chisperos integrantes de la llamada Legión Infernal.
Castelli y Saavedra reconocieron su error y renunciaron. El Virrey actuó de la misma manera y el poder volvió al Cabildo. Los patriotas decidieron presentar al Cabildo los nombres de las personas que integrarían la nueva Junta de Gobierno.

25 de Mayo: los cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey y le aconsejaron a éste imponerse por la fuerza. Para lograrlo consultaron a los jefes militares quienes negaron su apoyo. Mientras se llevaba a cabo esta reunión un grupo de patriotas entró por los corredores del Cabildo y, luego de dar fuertes golpes en la puerta cerrada de la sala, manifestaron que "querían saber de qué se trataba". El comandante Martín Rodríguez tuvo que contener a los más exaltados.
Ante la presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la Junta. Un grupo de jóvenes encabezado por Beruti se presentó en la sala de Acuerdos y dio a conocer la nómina de las personas que integrarían la nueva Junta Gubernativa. Además, se pedía que, una vez establecida, debería enviarse una expedición de 500 hombres al interior.
Los cabildantes exigieron la ratificación del petitorio por el pueblo congregado en la plaza. El síndico Leiva se asomó al balcón y al ver solo a un pequeño grupo de vecinos preguntó: "¿Dónde está el pueblo?", a lo que los patriotas respondieron que se tocase la campana del Cabildo o que se llamara a generala y se abriese los cuarteles.
Sin medios para resistir los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta Revolucionaria.

Fuente: Este extracto pertenece a la
Obra multimedial de Sintesoft
Historia Argentina, Tomo I.