Art. de Efemérides gral. 61

La Revolución de Mayo

Al comenzar el año 1810 la agitación revolucionaria había crecido. Una sociedad secreta integrada, entre otros, por Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Hipólito Vieytes, Agustín Donado, Alberti, Terrada, Darragueira, Chiclana, Castelli, French, Beruti, Viamonte y Guido, organizaba las acciones. Las reuniones se realizaban en la casa de Vieytes, en la de Rodríguez Peña o en la quinta de Orma. Cornelio Saavedra ofreció su contingente armado, los Patricios.

Sucesos de la Semana de Mayo

13 de mayo
: Una fragata inglesa que recaló en Montevideo trajo periódicos en los que se informaba acerca de la caída de la última Junta de España en Andalucía.

18 de mayo: Por medio de una proclama, el Virrey Cisneros comunicó esos hechos al pueblo y aconsejó tranquilidad y obediencia a las autoridades españolas.

19 de mayo: Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto, Juan José Lezica, para que convocara, con anuencia de Cisneros, un Cabildo Abierto. Castelli cumplió idéntica misión ante el síndico procurador Julián de Leiva.

20 de mayo: Cisneros reunió en la Fortaleza a los jefes militares para pedir su apoyo pero no tomó ninguna decisión. Los patriotas disidieron que Castelli y Martín Rodríguez se presentaran ante el Virrey para exigirle la reunión de un Cabildo Abierto. Cisneros finalmente aceptó.

21 de mayo: Algunos vecinos se reunieron en la Plaza Mayor para apoyar la solicitud de un Cabildo Abierto.
Se convocó a los vecinos por medio de esquelas.

22 de mayo: A las 09:00 de la mañana alrededor de 250 invitados comenzaron la sesión.
El debate se inició con la proclama del escribano del Cabildo, Justo Nuñez, quien aconsejó evitar toda innovación y acatar la autoridad del Virrey. Siguió en el uso de la palabra el obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega quien sostuvo que aún en caso de una pérdida total de la Península, los españoles debían continuar gobernando en América y los criollos sólo podrían llegar a ejercer el poder cuando no quedara ningún español en estas tierras.
A continuación habló el doctor Juan José Castelli quien fundamentó los derechos del pueblo de Buenos Aires para ejercer su soberanía y formar un nuevo gobierno en el cautiverio de Fernando VII y la disolución de la Junta Central de Sevilla.
Ruiz Huidobro, en nombre de algunos grupos militares, sostuvo que Cisneros debía cesar en el mando por haber caducado la autoridad que lo nombró. El Cabildo debía reasumir el poder para entregarlo luego a otra persona.
El fiscal Manuel Genaro Villota afirmó que las resoluciones de los vecinos porteños carecían de validez porque no representaban a todo el virreinato.
El presbítero Nepomuceno Solá se mostró partidario de entregar el poder al Cabildo hasta que se reuniera una Junta integrada por diputados de todo el Virreinato. Juan José Paso, abogado criollo, sostuvo la necesidad de establecer en Buenos Aires una Junta Gubernativa lo antes posible.
A continuación se decidió votar una propuesta concreta. Entre todas se destacó la proposición de Cornelio Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular. Según sus palabras "...No queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando..." Adhirieron a su opinión Castelli, Belgrano, Paso, Moreno y Rivadavia entre otros. El escrutinio se postergó para el día siguiente.

23 de mayo: El recuento de los votos arrojó las siguientes cifras 155 votos por la destitución del Virrey; 69 por su continuación en el mando sólo o asociado.
Una maniobra de los regidores del Cabildo permitió designar, sin consultar al pueblo, una Junta Provisional presidida por el propio Virrey.
Cisneros aceptó pero decidió consultar con los jefes militares que no lo apoyaron.
La destitución del Virrey se hizo pública a través de un bando por las calles de Buenos Aires.

24 de mayo: El Cabildo dispuso que Cisneros continuara en el mando al frente de una Junta de Gobierno integrada por españoles y por los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra. Cuando se conoció la noticia la agitación cundió por la Plaza Mayor y los cuarteles de Patricios.
El descontento estaba encabezado por Domingo French, Antonio Beruti y otros jóvenes conocidos como chisperos integrantes de la llamada Legión Infernal.
Castelli y Saavedra reconocieron su error y renunciaron. El Virrey actuó de la misma manera y el poder volvió al Cabildo. Los patriotas decidieron presentar al Cabildo los nombres de las personas que integrarían la nueva Junta de Gobierno.

25 de Mayo: los cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey y le aconsejaron a éste imponerse por la fuerza. Para lograrlo consultaron a los jefes militares quienes negaron su apoyo. Mientras se llevaba a cabo esta reunión un grupo de patriotas entró por los corredores del Cabildo y, luego de dar fuertes golpes en la puerta cerrada de la sala, manifestaron que "querían saber de qué se trataba". El comandante Martín Rodríguez tuvo que contener a los más exaltados.
Ante la presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la Junta. Un grupo de jóvenes encabezado por Beruti se presentó en la sala de Acuerdos y dio a conocer la nómina de las personas que integrarían la nueva Junta Gubernativa. Además, se pedía que, una vez establecida, debería enviarse una expedición de 500 hombres al interior.
Los cabildantes exigieron la ratificación del petitorio por el pueblo congregado en la plaza. El síndico Leiva se asomó al balcón y al ver solo a un pequeño grupo de vecinos preguntó: "¿Dónde está el pueblo?", a lo que los patriotas respondieron que se tocase la campana del Cabildo o que se llamara a generala y se abriese los cuarteles.
Sin medios para resistir los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta Revolucionaria.

Fuente: Este extracto pertenece a la
Obra multimedial de Sintesoft
Historia Argentina, Tomo I.