Opinión (158)


Gendarmería Infantil al borde del abismo

Para todos aquellos que no conocen la existencia de esta institución les doy un panorama general de la misma.
Se inauguró el 28 de julio de 2000 en nuestra Provincia. Asisten niños desde los 8 hasta los 15 años y funciona en el predio de la Gendarmería Nacional Escuadrón 55, sito en Avenida William Cross, El Colmenar. Los niños realizan múltiples actividades allí de la mano de sus instructores y maestros. Reciben apoyo en las materias escolares Lengua, Geografía, Historia; tienen Educación Física, Karate, Ética, Primeros Auxilios, formación espiritual y campamentismo. Las instalaciones fueron levantadas a pulmón por los padres de los alumnos que pasaron por la G.I. a lo largo de estos años.
A mediados del año pasado llegó una disposición del Ministerio de Seguridad del Interior ordenando el cierre de todas las escuelas de Gendarmería del País. En la primera quincena de febrero de este año se cerró la Gendarmería Infantil que funcionaba en  la Provincia de Salta, en la localidad de Embarcación, sin ni siquiera permitirles la entrada a padres ni a alumnos.
Desde nuestro lugar de padres nos preguntamos si la forma de gobierno que adoptamos los argentinos es la Democracia, entonces, ¿esto qué es? ¿Tenemos el derecho de elegir y recibir el tipo de educación que queremos para nuestros hijos o debemos aceptar lo que la clase dirigente y de poder decide entre lo que supuestamente está bien y lo que no?  ¿Quién tiene la verdad absoluta en esta cuestión si de educación se trata?
El poder político pasa el tiempo lanzando propuestas, planes, proyectos, etcétera, para rescatar a jóvenes de las adicciones, pero ninguno de estos está dirigido a ocupar el tiempo de nuestros hijos en actividades útiles para la comunidad, en ser solidarios y en crecer luchando por sus propios ideales, pero por sobre todas las cosas el amor por el trabajo, el esfuerzo propio y del compañero, el RESPETO, valores heredados de nuestros abuelos, quizás olvidados por ahí, entre el chat y el Face, entre el ocio y la vagancia, la falta de proyectos o el fanatismo por algún ídolo de turno, modelo a seguir por nuestra juventud.
Un día, cuando mi hijo regresó de sus actividades me preguntó:
-“Mamá, ¿vos sabés por qué a nuestra Bandera no se la puede lavar?”.
Y le dije:
-“A decir verdad, hijo, nunca lo pensé y siempre veo en las Escuelas a las banderas algo sucias”.
-“Así es, mami. Si se las lava se les quita las huellas de los hombres que tuvieron el honor de llevarla. ¿Sabés una cosa?, hoy icé la Bandera. Mi huella quedará allí por siempre.
Los padres de los 154 alumnos de la Gendarmería Infantil pedimos que nuestros hijos continúen con las actividades.
¿Por qué lo bueno tiene que desaparecer siempre? Parecería ser un mal que nos aqueja los argentinos por estas últimas décadas.

Nélida del Valle Rodríguez