Historias para Pensar 92

Dos ranas en el pozo

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del pozo.
Cuando vieron cuán hondo era el pozo, le dijeron a las dos ranas que, para efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del pozo con todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del pozo.
Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: ¿No escuchaste lo que te decíamos?
La rana les explicó que ella era sorda, y les dijo a sus compañeras:
-Pensé que ustedes me estaban animando a esforzarme más para poder salir del pozo.
Esta historia contiene dos lecciones:
1. La lengua tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarle y finalizar el día.
2. Una palabra destructiva a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo.
Tengamos cuidado con lo que decimos.
Hablemos de vida a aquellos que se cruzan en nuestro camino. El poder de las palabras es tanto, que a veces es difícil de comprender que una palabra de ánimo pueda hacer tanto bien. Cualquiera puede hablar palabras que roben a los demás el espíritu que les lleva a seguir en la lucha en medio de tiempos difíciles; el especial, es el individuo que se da tiempo para animar a otros.

Según el sitio www.nuevavida.net
su autora es Linda Edith, de Puerto Rico