Educación y Opinión 94

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La integridad


Hoy en día ya no se da importancia a la integridad, pese a que es la virtud más esencial del ser humano.
La integridad esta constituida por los principios y valores que dan dirección, sentido y profundidad a nuestra vida. Estos principios representan nuestra conciencia del bien y del mal, nacida no de normas de conducta, sino del sentido de quienes somos. Entre ellos están la rectitud, la honradez, la valentía, la justicia, la lealtad, el respeto y la generosidad, que se van forjando cada vez que tomamos una decisión difícil.
Sin embargo, hay quienes dudan que los valores internos aun sirvan de algo, esta pregunta saca a la luz un dilema de la vida moderna. Muchos han llegado a creer que lo único que se necesita para triunfar es talento, empuje y personalidad. Pero la historia nos enseña que a la larga, importa mas quienes somos que quienes aparentamos ser.
El concepto de éxito vario desde la ética de la integridad en la que el éxito y la felicidad se alcanza si se hace de la integridad la piedra angular de la vida, hasta lo que podríamos llamar la ética de la personalidad. Triunfar depende, ante todo, del atractivo personal. Un sistema de valores que se basa solo en aptitudes y personalidad hace héroes de nuestros atletas, músicos, etc. Aun así, por mucha admiración que profesemos a estos triunfadores, no siempre hemos de considerarlos dechados de virtudes. Aunque la habilidad es necesaria para el éxito, no garantiza la felicidad ni la realización personal, que más bien derivan de la integridad.
Para desarrollar la integridad basta con hacernos ante nosotros mismos y ante los demás propósitos y que cumplamos con ellos, no tienen que ser muy profundos ni implicar cambios radicales. El primer paso para forjar la integridad es tomar una decisión difícil, comprometerse a cambiar y perseverar en ello.
Consolidaremos nuestra integridad en la medida en que nos fijemos y cumplamos propósitos cada vez más difíciles. Lo que al principio exige un gran esfuerzo acaba por volverse un habito. Y cuanto más tengamos costumbre de ser íntegros en las pequeñeces de la vida, mas lo seremos en asuntos de mayor peso.
La mayor oportunidad para cultivar la integridad esta en casa, en la familia. Es posible criar buenos chicos en un mundo sin valores, si se quiere inculcar un comportamiento ético, lo más importante no es lo que se dice, sino lo que se hace. Es bien sabido que pesa mas en los hijos la conducta que las palabras de sus padres.
Criar hijos con valores morales en el mundo de hoy, tan lleno de confusiones, exige una valentía y voluntad especial. Con todo, es imperativo que cada uno de nosotros acepte el reto y la responsabilidad.

Prof. Pilar Rocha
piatuc2006@hotmail.com