¿Cuándo nuestro gobierno municipal dejó de ser legítimo?

Primero debemos determinar qué es legalidad y qué es legitimidad, porque la legalidad del cargo de un funcionario público no es la legitimidad de este.
Un gobernante, como ser un intendente, ostenta legalidad política, que es el poder que adquiere y ejerce de acuerdo al procedimiento que establecen las leyes. La legalidad es un atributo y un requisito del poder. Un poder legal es un poder que nace y se ejerce de acuerdo con las leyes. 
El gobernante, también cuenta con otro atributo, que es la legitimidad política, que no es otra cosa que el consenso manifestado libremente por una comunidad de hombres autónomos y conscientes; es la capacidad que permite ejercer el poder sin necesidad de recurrir a la violencia.
Cuando el poder ostentado pierde su legitimidad, deja de ser poder, salvo que ejercite la manipulación o la coacción y de esta manera se convierte en lo contrario del poder legal, se convierte en poder arbitrario e ilegítimo, ejercido al arbitrio del gobernante, basado en su voluntad y juicio personal sobre las situaciones. 
Entonces, si hacemos un breve análisis de los casi 12 años de este extendido gobierno, de ejercicio legal del poder, nos damos cuenta de que a la par de la no tan controlada obra pública, de las viviendas entregadas en su mayoría a personas de otras jurisdicciones y del fomento de ocupación de terrenos fiscales o privados, el actual Intendente perdió legitimidad. O sea, dando respuesta a la pregunta inicial, dejó de ser legítimo cuando sus conductores municipales se volvieron “sordos” a los requerimientos del pueblo, cuando el rencor, la traición, la arrogancia, el desprecio por nuestros vecinos, la falta de tolerancia ideológica, la falta de planificación urbana y la desigualdad social.
Pero el mayor problema es que, también, el poder que ostenta nuestro Intendente carece de legitimidad, porque ha conducido de una manera tirana a nuestra ciudad. 
Ahora trata de apurarse para revertir sus errores e intenta “hacer trabajo social” y tratando a como dé lugar, de impulsar la imagen tan derruida de su esposa. Pero la pérdida significativa de legitimidad política les está pasando una muy cara factura: se están quedando solos.