Lectura de Blogs 78

El siguiente texto es una “entrada” publicada el miércoles 3 de marzo de 2004 por Hernán Casciari en su blog Orsai (off side mal dicho).

Casciari es un periodista argentino que está viviendo en España y es caratulado como el autor del género blogonovela, una novela cuyos sucesivos capítulos son publicados en un blog, sin haber sido publicados previamente por editorial alguna. Su blog www.orsai.es es considerado uno de los mejores blogs hispanos.

Además de textos con marcado tinte jocoso y/o nostálgico por la añoranza de la tierra natal, también aborda temáticas propias del drama cotidiano de la vida, tal como La Sorpresa de Lelé que ahora compartimos con nuestros lectores.

Cabe aclarar que tenemos material para esta sección de Lectura de Blogs de diversos autores, que a través de los números sucesivos iremos publicando de a poco. Obviamente, aceptamos sugerencias.


Sorpresa de Lelé

Juan Jáuregui estuvo en Capital para dar una conferencia sobre los nuevos métodos de packaging en la Comunidad Europea y cuando volvió a Mercedes, a las diez de la noche, ni Lelé ni el nene estaban en la casa. Había una nota imantada a la heladera. "Estoy harta de todas tus mentiras y de que te pienses que soy una estúpida. Voy a pasar unos días con Laura para pensar mejor".

A Jáuregui se le vino el mundo abajo. Todo lo que deseaba al llegar a su casa era sacarse los zapatos y ver Fútbol de Primera, y ahora, después de aquello, debía al menos hacer un par de llamados para dar la impresión de desconcierto. ¿Y qué pasaba si hacía esos llamados después del fútbol? Total, nadie sabía a qué hora había llegado de la Terminal. Además, se convenció, queda mucho mejor llamar a casa de Laura después de medianoche para preguntarle a Lelé, con tono angustioso, qué bicho le había picado.

Abrió la heladera, sacó un plato de langostas con una salsa muy rara, lo metió al microondas y fue a buscar las chancletas. De pasada encendió el televisor. Durante las propagandas pensó un poco en la nota: "Estoy harta de todas tus mentiras...". Alguien debió haber abierto la boca, porque Lelé jamás había sospechado su relación con Aldana. Es más, no conocía a Aldana. Él siempre había tenido mucho cuidado.

Después de todo, se dijo, cuando hable con Lelé las cosas se van a arreglar. Está la criatura de por medio, y siempre queda la posibilidad de negarlo todo. Ensayó incluso algunas frases convincentes para minimizar los hechos, pero justo empezaba el compacto de River y San Lorenzo, y se olvidó hasta de las excusas.

A las doce menos cuarto, durante otra propaganda, fue hasta el cuarto matrimonial e hizo un llamado. No a la casa de Laura, sino al departamento de Aldana. Por eso la esposa no salió del ropero. Se sentía además tan estúpida, Lelé, escondida desde hacía dos horas, con la ropa interior de encaje, y llorando en silencio, que ni aunque hubiese querido habría logrado salir de allí.

A las cinco de la tarde a Lelé se le había ocurrido la idea estúpida de esperar al marido de una forma diferente. ¡Maldita revista Cosmopolitan y sus consejos para la mujer de hoy!, pensaba ahora, escondida y llorando. Había dejado a Esteban con su tía Laura, y lo había adoctrinado: "Cuando llame papi y pregunte por mí, decile que se fije en el ropero". Después había vuelto excitadísima a su casa, había cocinado algo afrodisíaco con salsa de nueces, y cuando sintió el taxi que traía a su esposo, apagó las luces y se escondió semidesnuda entre los vestidos de noche y el olor a naftalina de la ropa de invierno.

Ahora estaba obligada a escuchar cómo Juan Jáuregui se tiraba en la cama con el inalámbrico y le preguntaba a su secretaria, la perra teñida con cara de mosquita muerta, si ella le había dicho a alguien sobre su relación. Aldana, desde el otro lado de la línea, debió preguntar por qué, y el hombre le dijo que su esposa lo había dejado esa noche. Y por la nota, concluyó, alguien le tuvo que haber dicho 'sobre lo nuestro'. Aldana volvió a negar. Bueno, no te hagas problema, dijo él, cuando termine el fútbol la voy a llamar y arreglo todo. El marido volvió a la televisión: estaba por empezar el segundo tiempo.

Lelé aprovechó para colgarse un gamulán sobre los hombros y salir por la ventana del cuarto hacia la calle. Pidió un taxi. Llegó a casa de Laura. Abrazó a su hijo. Se puso ropa. Comió algo. Y entonces por fin sonó el teléfono.

Hizo señas a Laura para que nadie atendiera, y luego del quinto timbre descolgó ella misma el auricular. No hablaron demasiado. Jáuregui le preguntó qué bicho le había picado y ella le dijo, con una serenidad pasmosa, que solamente buscara un abogado. Que había entendido por la tarde de ese domingo que ya no lo quería, simplemente.

Autor: Hernán Casciari

Fuente: www.orsai.es