Historias para pensar 60

Diario de un perro

7 días
: Cumplí 7 días… ¡qué alegría llegar a este mundo!
1 mes: Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.
2 meses: Hoy estoy triste, me separaron de mi mamá. Ella me dijo adiós, con los ojos, deseándome que mi nueva “familia humana” me cuidara tan bien como ella.
4 meses: Todo me llama la atención. Los niños de la casa son como mis hermanitos. Me tiran de la cola y yo los muerdo jugando.
5 meses: Hoy me retaron. Mi ama se molestó porque me hice pipí en la casa, pero nunca me enseñaron dónde tengo que hacer. Además, duermo en el cuarto… ¡ya no me aguantan!
8 meses: ¡Soy feliz! Tengo el calor de un hogar, me siento querido y protegido. Creo que mis amos me quieren: cuando están comiendo me convidan. El patio es para mí solito. Nunca me educan. ¡Ha de estar todo bien lo que hago!
12 meses: Hoy cumplí un año. Mis dueños dicen que crecí más de lo que pensaban. ¡Qué orgullosos están de mi!
15 meses: Ya nada es igual… vivo en la terraza sin techo y cuando llueve me enojo. Me siento muy solo… mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed.
16 meses: Hoy me bajaron de la terraza; pensando que me habían perdonado, salté de alegría. Encima de eso, me llevaron consigo de paseo, nos enfilamos por la ruta y pronto se pararon. Abrieron la puerta a orillas de la banquina y yo me bajé feliz. Rápidamente cerraron la puerta y se fueron. ¡Espérenme!... Ladré… se olvidan de mí… Corrí detrás del auto con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta que me habían abandonado.
17 meses: He tratado en vano de regresar a casa. Encuentro gente buena que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco desde el alma con la mirada. Quisiera que alguien me adoptara, pero sólo dicen “¡Pobre perro!, ¿se habrá perdido?”
18 meses: Hace unos días pasé por una escuela y un grupo de niños, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras y una de ellas me lastimó un ojo y desde entonces no veo con él.
19 meses: Parece mentira. Cuando estaba más bonito, se compadecían de mí. Ahora que estoy flaco y sucio y perdí un ojo, la gente más bien me saca a escobazos cuando busco un refugio.
20 meses: Hoy, en la calle, un auto me atropelló. Creí estar en un lugar seguro llamado ‘cordón cuneta’, pero nunca olvidaré la cara de satisfacción del conductor, que hasta se desvió para pegarme. Ojalá me hubiera matado, pero sólo me dislocó la cadera. El dolor fue terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultad me arrastré a un costado del camino. Tengo 10 días bajo el sol y la lluvia, sin comida ni agua. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me siento muy mal… ya casi estoy inconsciente.
Pero la dulce voz me hizo reaccionar. “Pobre perro”, decía… Junto a ella había un señor de blando que dijo: “Lo siento, este perrito no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir”. Ella asintió con lágrimas en los ojos. Como pude, moví la cola y la miré agradeciéndole que me ayudara a descansar para siempre. Sólo sentí el pinchazo de la inyección y me dormí eternamente, pensando para qué tuve que nacer si nadie me quería.

Antes de adoptar una mascota, pensá que tendrás una responsabilidad para toda la vida.
¡Meditalo!

Autor: Desconocido.
Colaboración: Beatriz Susana Midura
Auxiliar de Clínica Veterinaria