Sin transición y con latrocinio

Luego de cada elección debiera haber un período de transición, en el cual el funcionario electo asiste a una serie de reuniones con los funcionarios salientes para ponerse al tanto sobre pormenores de la gestión.
En nuestro Municipio el Ing. Luis Morghenstein fue Intendente durante 12 años, o sea que el Municipio de Las Talitas en las elecciones de 2007 y 2011 no vivió ningún sobresalto porque justamente “el inge” fue reelecto y las cosas siguieron igual.
Sin embargo, en este 2015, que fue el año histórico en que el oficialismo perdió la Intendencia, el cambio de gobierno sucedió sin transición y ello puso al descubierto el tremendo personalismo con que se manejó la cosa pública, subsumiendo lo institucional a lo estrictamente personal.
Adriana Najar de Morghenstein, quien fuera candidata oficialista a la Intendencia, nunca reconoció (ni saludó) a Carlos Najar como ganador de las elecciones. Ignoró lo institucional, la voluntad de las urnas y el sistema democrático. 
Una perlita parecida exhibió la actual Concejala Melina Morghenstein con su desplante al legislador Ruiz Olivares. Eso sucedió cuando le tocó jurar a Luis Morghenstein como Legislador, que lo hizo ante el Presidente Provisorio de la Legislatura (cosas del destino), el mismísimo padrino político de Carlos Najar, el monterizo Juan Antonio Ruiz Olivares. ¿Y qué pasó? Melina, que acompañó a su padre en su juramento ante el estrado, evitó saludarlo. Otra vez lo personal antes que lo institucional.
Ese perfil, evidentemente propio de los Morghenstein, generó situaciones que repercutieron negativamente en la Administración Municipal. Después del 23 de agosto verdaderos casos de latrocinio resintieron notablemente los servicios: casi desapareció el servicio de recolección de residuos, se detuvieron las obras públicas, se paralizaron las actividades en el Complejo Deportivo, en el Centro Integrador Comunitario y en el Núcleo de Acceso al Conocimiento. Cesaron los pagos a los proveedores del Municipio; se desarticularon áreas funcionales como por ejemplo Prensa, donde la mayoría del personal era “proveedor de servicios” (monotributistas). Se desmontó la FM Municipal; se desinstalaron numerosos acondicionadores de aire tipo Split; alguien (o algunos) se llevaron computadoras, impresoras, cámaras y micrófonos. No dejaron palas, escobas, carretillas, desmalezadoras ni herramientas de ningún tipo. Ni resmas de papel había. La Dirección de Tránsito y Transporte, por ejemplo, recién volvió a trabajar en pleno el miércoles 25 de noviembre. Y como si fuera poco, hasta sin plata para sueldos había quedado nuestro Municipio.
Cosas como estas, que no enseñan nada bueno a nuestros hijos, que nos relegan de ser un municipio ideal, desnudan la falsía de Morghenstein y compañía. ¡Y pensar que en la cara nos decían que ellos harían crecer a Las Talitas y que ellos se preocupaban por su gente!