Lealtad

Don Luis, ese señor amigo, alguna vez compañero de trabajo, que no por ser mayor que yo fue menos interlocutor en charlas que cabían en el buen trato y la inteligencia; amigo de charlas de la vida, de los sentires y casi siempre de la política cotidiana; charlas en las que todo intercambio de ideas me hacían pensar que don Luis era un ser que había alcanzado un nivel de evolución democrática superior y que era merecedor de la admiración de los que cargamos unos años menos y esperamos de la madurez de otros un aporte al enriquecimiento del capital intelectual. En otras palabras: “La experiencia al hombre es como los años al obispo”.
Una tarde, a pocas horas de realizadas las elecciones provinciales y hablando sobre lo acontecido en el Municipio en que residimos, me animé a preguntar temeroso: -¿Y, don Luis, a quién votó el domingo para Intendente?
-Al ingeniero.
Sorprendido por su respuesta, no atiné a contrariarlo y solo esperé que el silencio despejara la partida, ya que por su inteligencia me había parecido un hombre de espíritu renovador y ávido de cambios.
-Don Carlos, yo trabajo en el Municipio ¡y por quién quiere que vote! ¿Por la oposición? ¿No sabe usted, don Carlos, que donde se come no se cag…?
Callé y la partida quedó con la parada expuesta a ser resuelta en soledad y sin interlocutor, ya que su respuesta había roto la coherencia de un diálogo asistido por fuertes valores democráticos.
Una vez más mi amigo mayor había provocado a mi intelecto, que si bien en esta cuestión estaba ya todo definido, pero sabía que debía adentrarme en el porqué. Sí, ¿porqué no debemos mezclar en un mismo lugar los tantos? ¿Acaso don Luis iba a cometer una traición ensuciando (no votando) al que le daba de comer? ¿Le daba de comer o don Luis se ganaba dignamente con su esfuerzo diario el dinero para alimentar a los suyos? El dinero cuyo destino era su bolsillo, ¿era del ingeniero o provenía del Municipio? ¿Quién es el Municipio? ¿Es el que lo gobierna o somos todos?
Una vez más debemos recordar el concepto de Democracia: sistema de gobierno en que el pueblo (todos) ejerce el poder delegando dicha facultad en una persona. Esta persona nunca podrá exigirnos extorsivamente su reelección; sí tendrá la libertad de convencernos con sus buenos actos, pero nunca exponiéndonos a las mal llamadas lealtades. 
Un servidor público elegido democráticamente para una función no debe confundir deber con favor, pagar un sueldo en forma y en fecha no es mérito, es obligación; y cuando estamos obligados a ciertos actos de la vida no debemos esperar reconocimientos ni mucho menos un contrapago a través de un voto.
No dejemos que nos confundan la esencia de los principios democráticos: lealtad, fidelidad y compromiso en Democracia son valores que sobrepasan el agradecimiento hacia un simple funcionario que pagó a sus colaboradores en tiempo y forma. Es su obligación y ese simple acto debe ser un eslabón de una cadena de actos que conformen un todo de armonioso funcionamiento.
La partida estaba resuelta en mi cabeza; no era mi intención imponerle mis razones. Don Luis, no sé si quería esta nota o si se identificaría con ella. solo pretendo que esta partida plasmada en este medio sea un aporte al pueblo talitense para su engrandecimiento democrático, grandeza que con el tiempo se reflejará en el bien de todos los ciudadanos. 

Carlos Neme