(Por Gabriel Barrera)
A nadie escapa las pintadas en toda la ciudad con la leyenda “Luis Morghenstein conducción”. Generalmente fue escrita al lado de otros nombres: Adriana Najar, Red de Jóvenes (Melina), Osvaldo Jaldo, Juan Manzur y/o Betty de Alperovich. Lo que me generó gracia es la infaltable expresión “La Banda”, que yo sé muy bien que es la firma de los que pintan, pero
a más de un lector entenderá, suspicazmente, esa expresión como una descripción de ese grupo de funcionarios. Para mí la comparación resulta inevitable y hasta graciosa: en Tucumán tenemos una conocida empresa donde “Hay equipo” (es M&A) y en Las Talitas “Hay una banda” de funcionarios gobernantes.
a más de un lector entenderá, suspicazmente, esa expresión como una descripción de ese grupo de funcionarios. Para mí la comparación resulta inevitable y hasta graciosa: en Tucumán tenemos una conocida empresa donde “Hay equipo” (es M&A) y en Las Talitas “Hay una banda” de funcionarios gobernantes.
Pero más allá de este desliz semántico, estimado lector, ¿se preguntó qué significa “Morghenstein conducción? Todos sabemos que él es el Intendente y que como tal ostenta la responsabilidad legal y la representación política de los talitenses.
Pero permítame el atrevimiento de decirle mi parecer de cómo Luis Morghenstein interpreta los modos de gobernar en Democracia, en su función de Intendente.
Parece que cree que “Morghenstein conducción” es administrar las cooperativas y que sus integrantes no “deban” ser invitados, sino obligados a movilizarse (por no decir arreados) a todo acto político donde el oficialismo precisa gente acólita para la foto.
“Morghenstein conducción” es que TODO lo que se hace dentro de Las Talitas ES IDEA PROPIA. O sea, a nadie se le ocurre nada bueno, solo a él.
También es verticalismo exacerbado, donde nadie puede hacer nada sin el aval político del Intendente. Muchos sabemos de varias ONG que por no demostrar genuflexión ideológico-política, no reciben ninguna ayuda municipal, por más que proyecten una acción positiva para la comunidad.
Para mí, en cambio, NO ES CONDUCCIÓN política que el Intendente ningunee a los concejales. Si no me cree, ¿qué proyecto de algún concejal se aprobó en los últimos 11 años? Ninguno. ¡Y eso es grave!
Tampoco me parece conducción el generar rumores falsos, engañar a dirigentes ofreciéndoles un lugar en la “lista oficial” de concejales, mentirles “estabilidad” a empleados municipales. Muchos de estos últimos siguen transitorios después de varios años de servicio y solo mejoraron su “salario” porque se les adosa rebuscadamente beneficios de planes nacionales.
¿Cree usted, señor lector, que perder una Escuela Municipal (la Nueva Argentina) y proyectar convertirla en cooperativa es conducción? Se me ocurre, humildemente lo digo, que un Intendente que cuenta con el acompañamiento de 7 años de una Legisladora, su esposa Adriana Najar de Morghenstein, tranquilamente podría haber gestionado cargos docentes ante la Provincia para esta Escuela.
No creo que conducción sea otorgar los beneficios de planes y subsidios por afinidad ideológica. Debiera dárselos a quien realmente lo necesita. Para el caso, un requisito de mínima transparencia sería la creación de registros específicos.
Tampoco es “conducción” invisibilizar a los opositores políticos y opiniones críticas en los medios oficialistas (TV, radio, prensa, redes sociales). ¿Y mandar a quitar todo afiche de espacio político distinto del oficialista? Eso no es conducción: es tomar por estúpida a la gente, es tener miedo, es prepotencia antidemocrática.
Y, definitivamente, no es “conducción” que se pretenda convencer a los funcionarios y dirigentes barriales (ambos beneficiarios de fondos públicos administrados por el Intendente) que los candidatos “naturales” para el 2015 solo son de “su familia”. ¡Él legislador, la esposa intendenta y la hija concejal! Me parece increíble y rocambolesco.
Creo que el Intendente profesa una idea de “conducción” que retuerce el concepto de Democracia y lo subvierte axiológicamente. La idea de “Morghenstein conducción” se resume en usar a la gente en vez de servir a la gente.
Me parece que su base filosófica para sostener esta idea de conducción, bien podría ser el Oráculo Manual y Arte de Prudencia, de Baltasar Gracian, quien en el siglo XVII enseñaba que “un sagaz” nunca debía satisfacer del todo a una persona si es que pretende vivir de ella, porque lo más natural es que quien sea satisfecho en sus necesidades no sea lo suficientemente agradecido (o nada agradecido). Llevado al terreno de la política, el agradecido será aquel que lo vote y para tener reaseguro de ello, el sagaz deberá generar personas dependientes. Podrá ser dependencia económica (funcionarios, empleados, dirigentes) o ingenuos (gente con necesidades) a los que fácilmente se engaña con promesas. ¿Y qué es lo que decía Gracian? “Acabada la dependencia, acaba la correspondencia y con ella la estimación”.