Editorial 82

1º de Mayo, Día del Trabajador

Como este Número de Revista El Puente aparece en vísperas de la celebración del Día del Trabajador, no podemos dejar de hacer referencia desde estas líneas a quienes constituyen el motor de crecimiento de la Nación.
A lo largo de la historia, el reconocimiento de la fuerza del trabajo en todas las sociedades del mundo sólo se materializó a medias, de manera desigual en los diferentes países con distintos sistemas políticos, y también con distintos grados de reconocimiento por parte de los sistemas económicos prevalentes. Y aunque resulte triste advertir que así haya sucedido, es un buen aliciente saber que en el último siglo se avanzó bastante en esta temática, e inclusive día a día se intentan definiciones conceptuales e integración de las mismas en los sistemas políticos y económicos.
Dentro del sistema capitalista, cuya filosofía está basada en el libre juego de la oferta y la demanda, los elementos “trabajo” y “trabajador” ya obtuvieron la importancia y el reconocimiento teórico necesario para hablar de equidad. En los sistemas políticos democráticos, también. No obstante, en la práctica, la situación laboral de millones de hombres y mujeres en distintos países, aún responden a lineamientos y caracteres de explotación, propios de los siglos XVIII y XIX. En afán de superar estas realidades, existen instituciones como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cuyo trabajo constituye un aporte relevante para las naciones en los lineamientos inherentes al trabajo.
Hoy, en Argentina sufrimos una fuerte presión impositiva y una corrupción de carácter cultural que nos lleva a una lamentable precarización laboral. La víctima no es otra más que el trabajador.
En este sentido, esperamos que quienes detentan el poder político adopten las medidas necesarias e implementen los mecanismos adecuados para transparentar y eficientizar el control de toda relación laboral. En cuanto a gremialistas y sindicalistas, también sería dable que su rol sea cumplido sin enroscarse en prácticas prebendarias, que acaban por satisfacer intereses económicos personales (junto a los políticos que incurren en cohecho) antes que defender los altos valores democráticos y económicos del trabajo y del trabajador.
Quizás, en un futuro no lejano, los 1º de Mayo no sirvan sólo de ocasión para celebrar la limosna de un trabajo como contratado o temporario, o con “ayudas sociales” que sólo intentan compensar la falta de una política seria de salario justo y equitativo.