Descripción del Argentino
En el presente Número traemos en esta Sección un texto que encontramos en Internet y que se va difundiendo por diferentes páginas y blogs cada vez más.
Se atribuye su autoría a un filósofo español a quien le fuera solicitado que hablara de los argentinos, pero con una visión desde “fuera del bosque y de toda pasión”. También se aclara en esta diversidad de sitios virtuales que este filósofo es (o era) muy conocedor del pueblo argentino, de sus costumbres y que tiene (o tenía) un gran cariño por nosotros.
El texto no tiene título, así que “Descripción del Argentino” es una ficción nuestra elaborada sólo con fines didácticos.
Por otra parte, vale aclarar que no pudimos dar con el nombre del filósofo español al que se atribuye este texto. Así que si alguien lo conoce, nos avisa para que lo divulguemos.
Una última cuestión: entre esas páginas y blogs donde aparece transcripto este texto, hay varios foros y comments en los que se manifiestan opiniones tanto críticas como a favor (varias de ellas internacionales). Creemos que la representación pintoresca que se hace del argentino medio es atinada, y si nos sirve para despojarnos de lo flojo y reforzar lo bueno, conocerla resultará beneficioso.
Luego de estas aclaraciones previas que consideramos necesario efectuar, aquí está este texto, que no será una Historia para Pensar, pero sí una “radiografía para reflexionar”.
Los argentinos están entre vosotros, pero no son como vosotros.
No intentéis conocerlos, porque su alma vive en el mundo impenetrable de la dualidad. Los argentinos beben en una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto –el tango– y se ríen de la música de otro; toman en serio los chistes y de todo lo serio hacen bromas.
Ellos mismos no se conocen. Creen en la interpretación de los sueños, en Freud y en el horóscopo chino. Visitan al médico y también al curandero, todo al mismo tiempo.
Tratan a Dios como “el Flaco” y se mofan de los ritos religiosos, aunque los presidentes no se pierden un Tedeum en la Catedral. No renuncian a sus ilusiones ni aprenden de sus desilusiones.
¡No discutáis con ellos jamás! Los argentinos nacen con sabiduría inmanente. ¡Saben y opinan de todo! En una mesa de café y en programas de periodistas/políticos arreglan todo. Cuando los argentinos viajan, todo lo comparan con Buenos Aires. Hermanos, ellos son “el pueblo elegido”… por ellos mismos.
Individualmente, se caracterizan por su simpatía y su inteligencia, en grupo son insoportables por su griterío y apasionamiento. Cada uno es un genio y los genios no se llevan bien entre ellos; por eso, es fácil reunir argentinos, unirlos imposible.
Un argentino es capaz de lograr todo en el mundo, menos el aplauso de otros argentinos. No le habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura. Los argentinos son hiperbólicos y desmesurados, van de un extremo a otro con sus opiniones y sus acciones. Cuando discuten no dicen: “No estoy de acuerdo”, sino: “¡Usted está absolutamente equivocado!”
Aman tanto la contradicción que llaman “bárbara” a una mujer linda, a un erudito lo bautizan “bestia”, a un mero futbolista “genio”, y cuando manifiestan extrema amistad te califican de “boludo”, y si el afecto y confianza es mucho más grande, eres un “hijo de p...”
Cuando alguien les pide un favor, no dicen simplemente “sí”, sino “¿Cómo no?”. Son el único pueblo del mundo que comienza sus frases con la palabra “no”. Cuando alguien les agradece, dicen: “No, de nada” o “No”, con una sonrisa.
Los argentinos tienen dos problemas para cada solución. Pero intuyen las soluciones a todo problema. Cualquier argentino dirá que sabe cómo se debe pagar la deuda externa, enderezar a los militares, aconsejar al resto de América Latina, disminuir el hambre de África y enseñar economía en USA.
Los argentinos tienen metáforas para referirse a lo común con palabras extrañas. Por ejemplo, a un aumento de sueldo le llaman “rebalanceo de ingresos”, a un incremento de impuestos “modificación de la base imponible” y a una simple devaluación “una variación brusca del tipo de cambio”. Un plan económico es siempre “un plan de ajuste” y a una operación financiera de especulación la denominan “bicicleta”.
Viven, como dijo Ortega y Gasset, una permanente disociación entre la imagen que tienen de sí mismos y la realidad. Tienen un altísimo número de psicólogos y psiquiatras y se ufanan de estar siempre al tanto de la última terapia. Tienen un tremendo súper ego, pero no se lo mencionen, porque se desestabilizan y entran en crisis. Tienen un espantoso temor al ridículo, pero se describen a sí mismos como liberados. Son prejuiciosos, pero creen ser amplios, generosos y tolerantes. Son racistas al punto de hablar de “negros de mierda” o “cabecitas negras”.
En síntesis, los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegaleses. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban al emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden irakí.
Son un misterio…”
Se atribuye su autoría a un filósofo español a quien le fuera solicitado que hablara de los argentinos, pero con una visión desde “fuera del bosque y de toda pasión”. También se aclara en esta diversidad de sitios virtuales que este filósofo es (o era) muy conocedor del pueblo argentino, de sus costumbres y que tiene (o tenía) un gran cariño por nosotros.
El texto no tiene título, así que “Descripción del Argentino” es una ficción nuestra elaborada sólo con fines didácticos.
Por otra parte, vale aclarar que no pudimos dar con el nombre del filósofo español al que se atribuye este texto. Así que si alguien lo conoce, nos avisa para que lo divulguemos.
Una última cuestión: entre esas páginas y blogs donde aparece transcripto este texto, hay varios foros y comments en los que se manifiestan opiniones tanto críticas como a favor (varias de ellas internacionales). Creemos que la representación pintoresca que se hace del argentino medio es atinada, y si nos sirve para despojarnos de lo flojo y reforzar lo bueno, conocerla resultará beneficioso.
Luego de estas aclaraciones previas que consideramos necesario efectuar, aquí está este texto, que no será una Historia para Pensar, pero sí una “radiografía para reflexionar”.
Los argentinos están entre vosotros, pero no son como vosotros.
No intentéis conocerlos, porque su alma vive en el mundo impenetrable de la dualidad. Los argentinos beben en una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto –el tango– y se ríen de la música de otro; toman en serio los chistes y de todo lo serio hacen bromas.
Ellos mismos no se conocen. Creen en la interpretación de los sueños, en Freud y en el horóscopo chino. Visitan al médico y también al curandero, todo al mismo tiempo.
Tratan a Dios como “el Flaco” y se mofan de los ritos religiosos, aunque los presidentes no se pierden un Tedeum en la Catedral. No renuncian a sus ilusiones ni aprenden de sus desilusiones.
¡No discutáis con ellos jamás! Los argentinos nacen con sabiduría inmanente. ¡Saben y opinan de todo! En una mesa de café y en programas de periodistas/políticos arreglan todo. Cuando los argentinos viajan, todo lo comparan con Buenos Aires. Hermanos, ellos son “el pueblo elegido”… por ellos mismos.
Individualmente, se caracterizan por su simpatía y su inteligencia, en grupo son insoportables por su griterío y apasionamiento. Cada uno es un genio y los genios no se llevan bien entre ellos; por eso, es fácil reunir argentinos, unirlos imposible.
Un argentino es capaz de lograr todo en el mundo, menos el aplauso de otros argentinos. No le habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura. Los argentinos son hiperbólicos y desmesurados, van de un extremo a otro con sus opiniones y sus acciones. Cuando discuten no dicen: “No estoy de acuerdo”, sino: “¡Usted está absolutamente equivocado!”
Aman tanto la contradicción que llaman “bárbara” a una mujer linda, a un erudito lo bautizan “bestia”, a un mero futbolista “genio”, y cuando manifiestan extrema amistad te califican de “boludo”, y si el afecto y confianza es mucho más grande, eres un “hijo de p...”
Cuando alguien les pide un favor, no dicen simplemente “sí”, sino “¿Cómo no?”. Son el único pueblo del mundo que comienza sus frases con la palabra “no”. Cuando alguien les agradece, dicen: “No, de nada” o “No”, con una sonrisa.
Los argentinos tienen dos problemas para cada solución. Pero intuyen las soluciones a todo problema. Cualquier argentino dirá que sabe cómo se debe pagar la deuda externa, enderezar a los militares, aconsejar al resto de América Latina, disminuir el hambre de África y enseñar economía en USA.
Los argentinos tienen metáforas para referirse a lo común con palabras extrañas. Por ejemplo, a un aumento de sueldo le llaman “rebalanceo de ingresos”, a un incremento de impuestos “modificación de la base imponible” y a una simple devaluación “una variación brusca del tipo de cambio”. Un plan económico es siempre “un plan de ajuste” y a una operación financiera de especulación la denominan “bicicleta”.
Viven, como dijo Ortega y Gasset, una permanente disociación entre la imagen que tienen de sí mismos y la realidad. Tienen un altísimo número de psicólogos y psiquiatras y se ufanan de estar siempre al tanto de la última terapia. Tienen un tremendo súper ego, pero no se lo mencionen, porque se desestabilizan y entran en crisis. Tienen un espantoso temor al ridículo, pero se describen a sí mismos como liberados. Son prejuiciosos, pero creen ser amplios, generosos y tolerantes. Son racistas al punto de hablar de “negros de mierda” o “cabecitas negras”.
En síntesis, los argentinos son italianos que hablan en español. Pretenden sueldos norteamericanos y vivir como ingleses. Dicen discursos franceses y votan como senegaleses. Piensan como zurdos y viven como burgueses. Alaban al emprendimiento canadiense y tienen una organización boliviana. Admiran el orden suizo y practican un desorden irakí.
Son un misterio…”
Fuente: Internet