Perdió el oficialismo municipal

Las elecciones del pasado 23 de agosto, para la categoría de Intendente en nuestro Municipio, fueron históricas: por primera vez al oficialismo municipal se le escapó la intendencia de las manos. Carlos Najar aventajó por 276 votos a la Legisladora candidata.
El oficialismo talitense, que tuvo la sartén por el mango durante 12 años, que ganó tres elecciones consecutivas, que vivió la mejor etapa económica para los municipios en Argentina, en décadas; que contó con la llegada de muchos recursos para la realización de obras y también para contención social, por parte de la Nación; dejó escapar la tortuga.
Según los detractores de Carlos Najar él ganó porque pagó votos, entregó bolsones, contó con recursos siderales para las elecciones y traicionó a su hermana. Por supuesto, son los mismos que dijeron que la candidatura de Carlos Najar era un plan con su hermana Legisladora, que era un embustero, que antes de las elecciones le pagarían y se bajaba; que tendría doble candidatura, a Intendente y a concejal, etc., etc…
¿Y por qué perdió el oficialismo municipal? Quizás fue porque Luis Morghenstein desaprovechó la oportunidad política de contar con Adriana Najar de Morghenstein 8 años como legisladora, de los 12 que él fue intendente; evidentemente, no se complementaron políticamente; no hubo renovación de gabinete, ni total ni parcial; quizás faltó empatía con los empleados municipales; se empujó a la división a los empleados y a los dirigentes; se los conminaba a decidir “o estás conmigo o estás en la vereda de enfrente”; no impulsaron la participación ciudadana; probablemente hubo demasiada presión a beneficiarios de distintos planes; o tal vez fue mucho el peso de una exhibición injustificada de opulencia en una ciudad pobre; o quizás todo junto. De más está decir que no supieron o no quisieron escuchar a sus dirigentes, que son los que suelen estar más cerca del vecino y así, el arco dirigencial talitense mayoritario se encolumnó en otras filas.
Carlos Najar supo hacer una lectura atinada de la situación y se diferenció en las “metodologías de trabajo”, y se dedicó a contener a los dirigentes, proporcionándoles una estructura que no era lo vigorosa ni del tamaño que la oficialista -sobre todo en recursos- pero sí dinámica y orgánica.
Hoy, ya electo Intendente, todas las expectativas, tanto de escépticos como de seguidores, están puestas sobre sus espaldas. Sus detractores, por supuesto, esperan que se le incendie la Municipalidad en las manos.
Los empleados municipales esperan ansiosos, fundamentalmente, que cumpla su promesa de campaña, de mejora laboral y de impulso a su carrera administrativa, increíblemente, postergada 23 años. También, esperan una renovación de nombres en las distintas direcciones, que en muchos casos, según dichos a escondidas en los pasillos municipales, fueron administradas más como kioscos particulares que como dependencias municipales, sobre todo en el período 2011-2015. Y la mayoría espera del nuevo Intendente, además de la necesaria morigeración de toda división y enfrentamiento, que sea generador de un trabajo conciliador y mancomunado, que garantice transparencia en la gestión (el Tribunal de Cuentas Municipal, por ejemplo) y dé posibilidades ciertas de participación a los distintos sectores, tal como él lo propuso en campaña.
Carlos Najar contará con el consabido plazo de 6 meses -el mismo que se les da a todos los nuevos electos- para demarcar con su impronta personal la que será su gestión de gobierno. Esperamos que toda la dirigencia que adviene a gobernarnos en estos próximos 4 años, lo haga con el beneficio que da la experiencia, de evitar los errores del pasado, y lo haga –sobre todo– respondiendo a la necesidad de la gente.