Historias para Pensar 152

El árbol de manzanas

Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo apreciaba mucho y todos los días jugaba a su alrededor. Trepaba por sus ramas y disfrutaba de su sombra. El niño amaba al árbol y el árbol amaba al niño.
Pasó el tiempo, aquel niño creció y nunca más volvió a jugar en el árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que este le dijo triste:
-¿Vienes a jugar conmigo?
-Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos.
-Lo siento -dijo el árbol- pero no tengo dinero, aunque puedes tomar mis manzanas y venderlas, así obtendrás el dinero para tus juguetes.
El muchacho se sintió feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó:
-¿Vienes a jugar conmigo?
-No tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
-Lo siento, no tengo una casa... Pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado.
-¿Vienes a jugar conmigo?, le preguntó el árbol.
-Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?
-Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz –dijo el árbol.
El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo. Finalmente, regresó después de muchos años y el árbol le dijo:
-Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte.
-Ahora ya estoy viejo. Ya no necesito mucho, solo un lugar para descansar. ¡Estoy tan cansado después de tantos años!
-Lo único que me queda son mis raíces muertas que, creo, son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento, sonrió.
Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá. Cuando crecemos los dejamos. Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas. No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Pensémoslo.

Fuente: Internet. Autor: desconocido