Humor 128

Una señora va a sacar el pasaporte. El funcionario en turno le pregunta:
-¿Cuantos hijos tiene, señora?
-Diez.
-¿Cómo se llaman?
-Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, y Bernardo.
-¡¿Todos se llaman Bernardo?! ¿Y cómo hace para llamarlos cuando, por ejemplo, están jugando todos afuera?
-Muy simple, grito Bernardo y todos entran.
-¿Y si quiere que vayan a comer?
-Igual. Grito Bernardo y todos se sientan a comer.
-Pero si usted quiere hablar con uno en particular, ¿cómo le hace?
-Ah!, en ese caso, lo llamo por su apellido.

Estaban reunidos en la casa de Juan y este muy enojado le pregunta a uno de los amigos:
-¿Sabés cuál es la diferencia entre el papel higiénico y las cortinas del baño?
-No, no sé.
-¡Ajá!... ¡Entonces, fuiste tú!


Una copita de más
-Doctor, me siento mal todo me da vueltas, además, me arde el corazón.
-Mire señora, en primer lugar, no soy doctor, soy cantinero; segundo, usted no está enferma está borracha; y en tercer lugar, no le arde el corazón, tiene su busto en el cenicero.


Un pasajero le toca el hombro al taxista para hacerle una pregunta.
El taxista grita, pierde el control del coche, casi choca con un camión, se sube a la acera y se mete en un escaparate haciendo pedazos los vidrios.
Por un momento no se oye nada en el taxi, hasta que el taxista dice:
-Mire, amigo, ¡jamás haga eso otra vez! ¡Casi me mata del susto!
El pasajero le pide disculpas y le dice:
-No pensé que se fuera a asustar tanto si le tocaba el hombro.
El taxista le dice:
-Lo que pasa es que es mi primer día de trabajo como taxista.
-¿Y qué hacía antes?
-Fui chofer de carroza funeraria durante 25 años.

Un joven está paseando por una plaza de un pueblo y decide tomar un descanso.
Se sienta en un banco; al lado hay un señor de más edad y, naturalmente, comienzan a conversar sobre el país, el gobierno y finalmente sobre los diputados, senadores, asambleistas, y similares.
El señor le dice al joven:
-¿Sabe? Los diputados, senadores, asambleístas y demás, son como una tortuga en un poste.
Después de un breve lapso, el joven responde:
-No comprendo bien la analogía… ¿Qué significa eso, señor?
Entonces, el señor le explica:
-Si vas caminando por el campo y ves una tortuga arriba de un poste de alambrado haciendo equilibrio ¿Qué se te ocurre?
Viendo la cara de incomprensión del joven, continúa con su explicación:
-Primero: No entenderás cómo llegó ahí.
Segundo: No podrás creer que esté ahí.
Tercero: Sabrás que no pudo haber subido allí solito.
Cuarto: Estarás seguro que no debería estar allí.
Quinto: Serás consciente que no va a hacer nada útil mientras esté allí.