Humor 122

De Vendedores

Un hombre entra a la ferretería.
-¿Señor tiene clavos?
-No, no tengo.
-¿Y pintura?
-La verdad es que tampoco tengo.
-¿Y un serrucho?
-Mire señor, para serle franco no tenemos nada.
-Bueno, ¿y entonces por qué no cierra?
-¡Porque no tengo candados!

Un hombre llega a una venta de tarjetas de San Valentín y pregunta al hombre que atendía:
-Oiga, señor, ¿tiene tarjetas que digan para mi único y verdadero amor?
El hombre responde:
-Sí, tenemos.
-Entonces, déme ocho, por favor.

Una señora llega a la tienda de juguetes y pregunta:
-¿Tiene muñecas?
-Sí. Tenemos la Princesa, que vale $ 250; y tenemos la Divorciada que vale $ 750.
-¿Por qué semejante diferencia de precio?
-Fácil, la Princesa lleva su vestido y zapatos, mientras que la Divorciada lleva un departamento, casa en la playa y auto.

En una tienda, Papilo se acerca a pagar con su tarjeta de crédito y el vendedor le dice:
-¡Qué casualidad! Yo tengo un amigo con el mismo nombre que usted.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama?

Un vendedor en un puesto ambulante:
-Empanadas, empanadas y empanaditas… lleve calentitas las empanadas, empanaditas.
Se acerca un hombre y le pregunta:
-¿Cuánto cuestán las empanadas?
-Tiene de dos precios: las empanadas cuestan un peso y las empanaditas cuestan un pesito.

Un hombre vociferaba en el centro comercial:
-Pastillas, pastillitas para la felicidad, lleve pastillas para la felicidad…
Un señor se acerca a comprarle y le dice:
-¡Pero si son aspirinas!
Y el vendedor le dice:
-Sí, pero si me las compra me haría muy feliz.

Una señora llama por teléfono:
-Zapatería Blanco, buen día. ¿En qué la podemos ayudar?
-Ay, lo siento, me equivoqué de número.
Y dice el vendedor:
-No se preocupe, venga aquí y nosotros se lo cambiamos.

Entra un hombre a una tienda y dice:
-Señor, ¿sería tan amable de cambiarme este billete de $ 50 por tres billetes de $ 20?
-Usted querrá decir tres de $ 10 y uno de $ 20.
-¿Y dónde estaría la amabilidad?

Entra un señor a una tienda de chinos.
-Por favor, ¿maletas?
-Sí, señol… llamo al policía y queda usted alestado.

Llega un tipo a la casa del panadero a las cuatro de la mañana, que vivía al lado de la panadería y le pregunta.
El panadero se asoma medio dormido por la ventana y le pregunta:
-¿Qué quiere?
-Disculpe que lo moleste a esta hora, ¿le queda pan?
-Sí, sí me queda.
-¿Ve? Eso le pasa por hacer mucho pan.