Hemos “olvidado” nuestras obligaciones de ciudadanos

Como ciudadanos sabemos que tenemos derechos y solemos hacerlos valer, pero ¿sabemos que de igual modo tenemos obligaciones? ¡Claro que sí!, pero parece que es mejor quejarse o exigir, a que involucrarse y actuar.
A estas alturas, pareciera que en nuestra sociedad todo está perdido: falta de respeto, falta de compromiso, falta de educación dentro del hogar, falta de moralidad, violencia, desidia… Y para abundar en esta impresión decadente, muchos espacios urbanos son transformados en basurales.
Lamentablemente, este panorama nos aleja de cualquier posibilidad de asumir algún compromiso.
Sentimos mucha bronca contra los políticos, los hijos y amigos del poder, por los impuestos, porque no es fácil acceder a préstamos bancarios; por supuesto, ¡y con mucha razón! Nos quejamos de la violencia, pero muchas veces, en vez de reconocer la causa del problema e intentar una solución pacífica, por ejemplo, alentamos a nuestros hijos a “si te molesta, pegale”. Además, no cuidamos lo que “no nos pertenece”, como ser escuelas, plazas, calles, cartelerías, etc. porque son PÚBLICAS. ¿Acaso no se entiende que lo que es público nos pertenece a TODOS? ¿Qué hacemos nosotros para mejorar la sociedad y la actividad política? ¿Acaso no estamos buscando siempre sacar ventajas?; luego, nos quejamos que otros lo hagan. ¿Acaso no nos avergüenzan los basurales multiplicados por toda nuestra ciudad?; luego, arrojamos residuos en donde no corresponde.
Es tiempo de plantear alternativas y soluciones. Desde donde estamos, desde nuestro pequeño rincón. El cambio es posible si sucede en nuestro interior. Si en vez de actuar pensando “que lo haga otro”, empezamos siendo nosotros ese “otro”, en algún momento seremos “todos” trabajando para todos.
Actuar con respeto y serenidad en todos nuestros actos no es algo doloroso ni difícil. Trabajar con conciencia y honradamente, considerar a tu comunidad como una extensión de tu familia y no hacerle al prójimo lo que no quieras que te hagan, no son cosas que necesariamente se deban aprender en la universidad. Porque para esta crisis que tenemos como sociedad, hace falta ser mejores personas.
Debemos respetar los valores, las normas sociales, religiosas y jurídicas, y en especial tolerar la diversidad para lograr una sociedad mejor. Cada uno de nosotros puede ser protagonista del cambio, somos los suficientemente grandes para lograrlo. Lo importante es empezar ahora.
Como dice Anita Roddick: "Si piensas que eres demasiado pequeño para causar impacto, intenta dormir con un mosquito en la habitación".