Editorial 136

Dedicado a Alumnos del Turno Tarde de la Escuela Docencia Tucumana

El siguiente es el texto de un email que nos llegó el pasado 8 de septiembre referido a un chico de la Escuela Docencia Tucumana que se suicidó. Quien lo escribió nos pidió que no publicáramos su nombre. Accedimos aunque esa petición no responda a nuestro estilo de trabajo, ya que se trata de un hecho que trascendió periodísticamente por otros medios y, también, por tratarse de la opinión o la visión de un “alumn@” de la misma escuela ante una circunstancia lamentable que debe llamarnos a todos la atención como cuerpo social.

El texto dice así:
“Hola, me llamo M. y quiero que sepan que hace dos semanas un amigo mío murió. Yo soy de la Escuela Docencia Tucumana y mi amigo también iba a esa escuela. Hablamos con unos compañeros y dijimos que tenemos que contarles a la gente lo que nosotros estamos sintiendo. Lo queremos hacer por él, que ya no esta con nosotros y nos hace falta. Somos del 9 año del turno tarde y nos sentimos mal porque ya no vamos a verlo nunca más.
Yo no quiero que sepan quién es la persona que escribe este mensaje, porque a los que no les interesa me van a gastar después. Lo que sí quiero decirles a los chicos de mi escuela es que no tenemos que olvidarnos de Walter y que lo que él hizo no fue algo bueno. El otro día hablamos con unos psicólogos que nos están ayudando con esto y nos dimos cuenta que ahorcarse no es una solución a nuestros problemas. Por eso les quiero decir a los chicos que si tienen problemas en la casa o en el barrio, que hablen con alguien. A nosotros nos ayudó mucho que los psicólogos vengan a hablar con nosotros. Y también eso quiero decir: quiero dar las gracias a Fernando (Berta) y a Marilen (María Emilia Fernández) que son de los dispensarios (CAPS) de Soeme y de Pablo VI, respectivamente. Ellos están ayudándonos mucho y no creo que se den cuenta de lo mucho que nos ayudan. Cuando murió Walter me quise matar y una amiga mía también, pero gracias a mis amigos y a los psicólogos decidimos no hacernos daño.
Si tienen algún problema hablen con los amigos o vayan a los dispensarios a hablar con Fernando y Marilen. Como ellos nos dijeron, el suicidio no es una solución y es verdad. A mi me cuesta seguir pero también quiero seguir viviendo.
A Walter le quiero decir que lo vamos a extrañar mucho y que nos ayude a seguir adelante.
Espero que en la revista escriban esto para que los chicos sepan que se puede seguir adelante aunque hayan problemas. Gracias.

Desde este espacio creemos oportuno señalar las últimas palabras de este texto: “SEGUIR ADELANTE AUNQUE HAYAN PROBLEMAS”. No importa cuáles sean los problemas que nos agobien, ni lo grave que sean, la vida siempre nos dará una solución, una alternativa que dependerá de nosotros mismos.
Es precisamente por el texto de este email que nos propusimos enviar dos mensajes a los alumnos de la Escuela Docencia Tucumana en particular, y a todos los adolescentes, en general: uno, será la recomendación de ver el siguiente video, sobre Nick Vujicic:



El otro mensaje, compartir con ustedes el siguiente texto, con el característico estilo de nuestra sección “Historias para Pensar”.

Todo Pasa

Hubo una vez un rey que llamó a los sabios de la corte para darles un encargo:
-Me estoy fabricando un precioso anillo de oro con un gran diamante. Abajo del diamante quiero guardar algún mensaje que me ayudará a mí y a todo hombre en los momentos difíciles de la vida. Obviamente, tiene que ser un mensaje pequeño para que quepa en el anillo.
Todos esos sabios eran grandes eruditos. Podrían haber escrito grandes tratados sobre cualquier tema. Así que, pusieron sus mentes a trabajar.
Durante un año, pensaban y debatían. Buscaban en todos sus libros. Consultaron a otros sabios en países lejanos. Pero no podían encontrar nada. Y tuvieron que reportar su falla al rey.
Cuando reportaban esto, estaba presente un anciano sirviente de la familia real, conocido por su devoción al misticismo. Éste intervino diciendo:
-¡Oh, majestad!, no tengo estudios, no soy un erudito, ni un académico, pero creo tener lo que le servirá.
Y el anciano místico escribió algo en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey, diciendo:
-Pero no lo leas ahora. Mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Eran pocos sus seguidores y los perseguidores eran numerosos. Se sentía desesperado y al punto de rendirse.
De repente, se acordó del anillo. Sacó el papel y allí encontró su pequeño mensaje, lo que decía simplemente: "ESTO TAMBIÉN PASARÁ"
Aquellas palabras le resultaron milagrosas. Le inspiraron nueva fe y coraje. Redobló sus esfuerzos y escapó. Al fin de un año, logró reunir a sus ejércitos y reconquistó el reino.
Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración en el palacio con música, bailes, comida, etc. El rey presidía las festividades desde su trono, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo.
El anciano místico se acercó y le dijo:
-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi regreso, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
El anciano respondió:
-Ese mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "ESTO TAMBIÉN PASARA”.
El anciano le dijo:
-Todo pasa. Ninguna cosa y ninguna emoción son permanentes. Todo viene y va como el día y la noche. Habrá momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la vida; es la naturaleza misma de la existencia.

Autor: Desconocido.
Fuente: Internet