Colaboración de Lectores 137

“El Colectivo Endemoniado”

Novela escrita por alumnos de 5º A y B, de la escuela Nueva Las Talitas


CAPÍTULO 1: El Colectivo de Tomás Bondi

Tomás Bondi falleció, y como todas las noches salía de su tumba y se iba al taller, agarraba una franela y empezaba a limpiar el colectivo en el que trabajaba cuando estaba vivo. Le sacaba brillo a los vidrios y limpiaba los espejos, los acomodaba y cuando el sereno veía un trapo que flotaba y limpiaba el colectivo, se asustaba y se iba corriendo.
Tomás empezaba a dar vueltas por el recorrido que él hacía en el colectivo 121, la gente se subía y se daba cuenta de que nadie lo manejaba porque él era invisible, cuando querían escaparse del colectivo ya era imposible porque había arrancado.
Con el tiempo, la gente empezó a no tenerle miedo a este colectivo porque se dieron cuenta de que se detenía en todos los semáforos y paraba en el cordón de la esquina para que los ancianos pudieran subir.
Un día, Tomás Bondi se levantó de su tumba y se fue al taller y descubrió que su colectivo ya no estaba porque lo habían llevado al desarmadero. Se fue muy triste hasta su tumba y por unos cuantos días estuvo llorando tristemente. De repente escuchó la bocina del colectivo 121, salió y se dio una sorpresa al ver a su colectivo convertido en fantasma. Invitó a todos los muertos a dar un paseo, algunos iban parados y otros dos que habían sido acróbatas del circo iban haciendo acrobacias arriba del techo.
A partir de entonces el sereno del cementerio se quedaba tranquilo porque los muertos regresaban de su paseo, iban a sus tumbas, se acostaban, acomodaban la tierra y las lápidas y dormían profundamente.


CAPÍTULO 2: ¡Qué Susto!

Una noche el colectivo fantasma se perdió y entró por equivocación a otro cementerio. Cada fantasma fue a meterse en su tumba, pero éstas ya estaban ocupadas por otros.
Tomás Bondi y sus amigos hicieron un plan para sacarlos de allí: Tomás los distraería haciéndoles burla, los fantasmas lo perseguirían para pegarle y él se encerraría en el colectivo, así sus amigos podrían entrar a las tumbas desocupadas. Pero el plan no funcionó porque los otros fantasmas eran muy listos.
Entonces Tomás empezó a mirar el cementerio y se dio cuenta que lo que tenía que estar a la derecha estaba a la izquierda, que había muchos árboles y en su cementerio no había tantos y que los nombres de las lápidas estaban tapadas por tierra removida de las tumbas. Corrió la tierra para leer y sus nombres no eran esos. Así fue que Tomás Bondi se dio cuenta de que no eran sus tumbas, se disculparon con los otros fantasmas y volvieron a su cementerio.


CAPÍTULO 3: El Barco Fantasma

Una noche, el colectivo fantasma había asustado a todas las personas de la ciudad: ellos se iban corriendo a sus casas porque escuchaban bocinazos y no sabían de dónde venían.
Después de andar mucho, se perdieron en el camino, cruzaron el mar y llegaron a una isla. Al poco tiempo vinieron unos piratas que bajaron de su barco y empezaron a destruir la isla.
Tomás y sus amigos estaban cerca pero no se preocupaban porque eran invisibles, sin embargo, los piratas comenzaron a acercarse al colectivo, muy enojados: ellos también eran fantasmas y sí podían ver al colectivo. Rápidamente, Tomás subió el colectivo al barco, los piratas lo siguieron y cuando estaban todos en el barco, hizo que el barco empiece a girar, girar y girar.
Lo piratas se bajaron del barco mareados y dijeron:
¡Este es un colectivo endemoniado!
El colectivo fantasma y su alma salieron del barco y volvieron a su lugar y los piratas se fueron para siempre.


CAPÍTULO 4: En la Época de los Castillos

El colectivo de Tomás Bondi y sus amigos viajó por el tiempo y llegó a la época de los castillos. En esa época el colectivo sí podía ser visto, no era invisible.
En uno de los castillos había una princesa y un príncipe, cuando salieron del castillo vieron en la calle un raro carruaje (era el colectivo de Tomás Bondi). La princesa le dijo al príncipe:
¿Viste ese carruaje?, y el príncipe le contestó,
Sí, también creí ver un carruaje que nadie conducía
De inmediato salieron corriendo a avisarles a los padres de la princesa quienes sí les creyeron y de inmediato fueron a buscar ese carruaje, pero ya no lo pudieron encontrar.
Desde entonces, todas las noches la pobre princesa no podía dormir del susto. Tenía mucho miedo, no se alimentaba, se sentía muy triste, se enfermó muy grave y a los tres días murió.
Lloraban mucho porque la princesa era muy querida por todos.


CAPÍTULO 5: El Colectivo Maldito

Esta historia se la contaron a Tomás: un día, un chico muy trabajador llamado Matías, compró un colectivo usado. Su sueño era pintarlo de color amarillo pero primero tenía que arreglarlo porque estaba un poco roto. Lo quería tanto que le puso un nombre, lo llamó “colectivo fantástico”, porque además tenía muchos dibujos de fantasmas, esqueletos, calaveras y muchas cosas más.
Cuando lo terminó de arreglar, salió a pasear con su hermoso colectivo. Muy contento se fue a dormir y dejó el colectivo estacionado afuera de su casa. De repente, el colectivo arrancó solo, el muchacho miró por la ventana y vio que el colectivo se movía y empezó a andar pero nadie lo manejaba. Entonces se asustó mucho, decidió desarmarlo y no manejar más colectivos.


CAPÍTULO 6: Tengo Miedo

Una niña que sí creía en fantasmas, una noche salió a pasear. Subió al colectivo de Tomás Bondi y cuando se bajó en el parque se dio cuenta que el que manejaba era un fantasma porque el volante se movía solo.
El lugar era para ella espantoso, tuvo mucho miedo y subió a un árbol muy alto; sintió que alguien la tocaba de atrás y se dio vuelta pero no vio a nadie, después la empujaron, se cayó y se lastimó el brazo. Salió corriendo y se subió en el mismo colectivo, no se había dado cuenta.
Bajó en su casa y le contó a sus padres lo que le pasó: no le creyeron, sus padres se reían de ella y la niña lloró del miedo. Su padre la mandó a dormir.
La pobre niña no durmió en toda la noche y al día siguiente su madre le dijo que se levantara para ir a la escuela. La niña dijo  ¡No! Y la madre le dijo  ¡Apurate que el colectivo te espera afuera! Cuando la niña escuchó que el colectivo la esperaba afuera, se largó a llorar, después se encerró en su pieza y cerró con llave la puerta.
El padre fue a buscarla y trató de calmarla. La niña no quería abrirle la puerta porque estaba muy asustada, así que el padre tuvo que empujarla. Logró entrar a la pieza y se sentó con ella; le contó que Tomás Bondi era un muy buen conductor, que se orillaba a los cordones y no se pasaba los semáforos en rojo pero un día falleció. Extrañaba tanto a su colectivo que todas las noches lo iba a buscar y salía a pasear con todos los muertos sin hacer daño a nadie. Al escuchar esto la niña dejó de tenerle miedo, fue a encontrar al colectivo y todos los días viaja en el 121.

 
CAPÍTULO 7: Una Nave Espacial

Una noche, mientras hacía su habitual recorrido… el colectivo fantasma fue raptado por los extraterrestres.
Tomás Bondi se asustó y se negó a ir con los extraterrestres. Quiso salir del colectivo pero ya estaba en el espacio.
La nave espacial se averió y cayó en el planeta Saturno. Tomás Bondi y los fantasmas fueron a ver si había vida en ese planeta.
Los extraterrestres salieron a buscar a los fantasmas y cuando los encontraron, los fantasmas sintieron miedo al ver esos cuerpos babosos, con forma de pulpos, verdes, viscosos y gelatinosos.
Tomás Bondi y los fantasmas corrieron hacia la nave espacial, se subieron y trataron de abrir la compuerta que estaba en la parte de abajo de la nave. Los extraterrestres estaban viniendo. Lograron abrirla pero el colectivo no encendía, trataban y trataban de arrancar y mientras tanto los extraterrestres se acercaban más.
Pudieron arrancar; Tomás presionó un botón que hacía volar el colectivo fantasma, despegaron fácilmente pero detrás de ellos venían los extraterrestres tratando de capturarlos.
De repente empezaron a caer muchos asteroides. Tomás era el mejor conductor pero se distrajo y chocó con un asteroide pero no le pasó nada, porque traspasó el colectivo que era fantasma, pero el asteroide chocó contra la nave y la nave se cayó.
Tomás y los fantasmas regresaron a la tierra y todos fueron a sus tumbas, felices por esta gran aventura.

 
CAPÍTULO 8: El Enamorado

Al día siguiente los muertos despertaron y se fueron de nuevo a pasear en el colectivo fantasma, cantando alegremente canciones de las hinchadas. Pasaron por un callejón con piedras filosas y sus ruedas se pincharon por eso tuvieron que ir a parchar las ruedas en la gomería fantasma.
Cuando volvían vieron a una mujer que estaba en una parada, se detuvieron y la invitaron a pasear con ellos. Se divirtieron mucho cantando y contando chistes hasta que se pusieron de vuelta en camino al cementerio. La chica se bajó y se despidió de todos muy contenta.
Al llegar al cementerio, se bajaron todos y se fueron a sus tumbas, mientras que Tomás se quedó muy tranquilo… pensando.
Desde esa noche, la chica los espera para ir a pasear, pasó el tiempo y Tomás se enamoró de la mujer… tanto, tanto… que le regaló su colectivo.-



Coautores de esta obra:

Aguilar, Camila; Aguilar, Leonardo; Bórquez, Mauricio; Cajal, Patricia; Díaz, Janeth; Díaz, María Teresa; Figueroa, Tamara; Galván, Melany; González, Carolina; González, Matías; Jaime, Aisha; Jaime, Lautaro; Jaimez, Griselda; Lazarte, Erik; Lobo, Alexis; López Villarreal, Luis; Luna, Héctor; Marazza, José; Martínez, Carlos; Orellana, René; Páez Díaz, Antonella; Pastrana, Florencia; Pedernera, Santiago; Roldán, Margarita; Sánchez, Janeth; Sosa, Gonzalo; Suárez, Nelson; Valdez Acuña, Gilda; y Villagrán, Pablo



Aportes de revisión e ilustración:

Albarracín, Florencia; Apaza, Julián; Brandán, Ruth; Cáceres, Eduardo; Cisterna, Rafael; Cuenca, María José; Díaz Lescano, Gonzalo; Díaz, Alex; Domínguez, Claudia; Frías, Carla; Galindo, Sabrina; Gauna, Agustina; González, Matías; Gramajo Wolff, Eric; Iramain, Milagros; Juárez, Vanesa; Lezana, Agustina; Lezana, Daniela; López Lévano, Agustín; López, Emilse; Medina, Rodrigo; Monteros, Andrés; Moreno, Mónica; Nadal, Rodrigo; Nieva, Lázaro; Otarola, Johan; Peralta, Ulises; Pereyra, Florencia; Portillo, Facundo; Riveros, Milagros; Rodríguez, Sofía; Romano Díaz, Melanie; Sosa, Clara; Suárez, Brahian; Vera, Silvina; Vergara, Brisa; y Vicentín, Nazareno.



Los alumnos de 5º grado A y B de la Escuela Nueva Las Talitas escribieron esta novela inspirándose en un cuento del autor Ricardo Mariño. Este trabajo surge de un proyecto que tenía por objetivo favorecer y mejorar la producción escrita de los niños, incentivando su imaginación, inventiva y capacidad creadora. Estos niños trabajaron bajo la coordinación de la docente Isabel Leal.