Humor 113

De Gallegos

Un gallego, para estrenar un auto recién comprado, sale a cenar con su señora. Se baja en un kiosco a comprar cigarrillos y cuando vuelve al auto se da cuenta de que dejó las llaves adentro.
-Parece que no tendré más remedio que romper un cristal con una piedra —se lamenta.
-No seas tan brusco, cariño —le dice su mujer—. La ventanilla está un poco abierta. Yo vi en una película que hay que meter un alambre y tirar del seguro para abrir la puerta.
Por suerte el gallego encuentra en la vereda un alambre y comienza a manipular para abrir la puerta sin lograrlo.
- Pero, mi amor, así no, más para acá... —comienza a decir la mujer—. No, no tanto para acá, un poco para allá. No, tanto no, un poco menos... —insistía— Cariño, por Dios, el lazo más estrecho. No, no, tan estrecho no...
El gallego, transpirando y con rabia, le grita a su mujer:
-¡Claro, desde adentro del auto, tú lo ves todo muy fácil!

Una mujer corre hasta donde esta un policía:
-¡Policía!, recién un hombre me ha besado en la calle
-Cálmese un poco y dígame cómo era el hombre.
- No sé, no recuerdo la cara
-Pero señora ¿Como no puede recordar la cara de quien la acaba de besar?
-Es que siempre cuando me besan cierros los ojos.

Unos gallegos iban a una convención en EE UU. Cuando bajan del avión, la organización los esperaba con un cartel que decía "WELCOME GALLEGOS"
Entonces, Papilo le dice al compañero:
-¡Manolo! ¡Vayámonos ahora, antes de que venga ese tal Well y nos coma!

La mujer de Pepe viene de la calle sin salir de su asombro:
-¿Has visto qué disparate puede hacer un hombre? Manuel se fracturó el cráneo apostando a que quebraba una piedra a cabezazos.
-¡Qué bruto! Y yo que le dije que lo hiciera con la boina puesta…
Manolo baja del tren descompuesto, luego de un largo viaje. El amigo que lo recibe en el andén, le pregunta:
-Manolo, ¿por qué esa cara casi verde?
-Es que viajé de espaldas al sentido del tren y eso me descompone.
-Pero, hombre —le recrimina el amigo—, le hubieras pedido al que estaba sentado enfrente de ti que te cediera el asiento y te evitabas la descompostura.
-¿Te crees que no lo pensé?
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Porque en el asiento de enfrente no había nadie.

Pregunta Pepe a su jefe Joaquín:
-Oiga, jefe, el cuartucho de archivo está repleto, ¿podemos destruir todos los documentos que tengan más de diez años?.
-Claro, Pepe, pero antes haz una copia de cada uno...