Editorial 95

Banda ancha, paradoja de Latinoamérica

Hace unas semanas se había comunicado con nosotros un vecino que planteaba la necesidad de que Las Talitas tenga banda ancha domiciliaria, y que deberíamos solicitárselo a Telecom por nota con muchos firmantes. Hoy, para alegría de ese vecino y seguramente de otros tantos, ya muchos saben que Telecom está ofreciendo el servicio de banda ancha a clientes talitenses que ya tienen línea telefónica. Por fin, la característica 437 será digitalizada.
Respecto de este tema, decidimos no dejarlo pasar por alto a través de este espacio, porque pensar en Internet, es mencionar la maravilla de la interconectividad en contraste con deficiencias sociales seculares. Hoy, Internet es la posibilidad de descargar libros o material didáctico, planos, música, documentales, etc.; de acceder a sitios informativos de diarios, de radioemisoras y televisivos; a sitios enciclopédicos y didácticos; además de los institucionales, donde no sólo puede consultarse información oficial, sino también realizarse trámites, como ser reservas de turno en Afip, Anses, Jefatura de Policía, etc.; sin mencionar los foros y toda la interactividad que hoy permite.
Hay quienes dicen que internet cambia la estructura del pensamiento humano, porque cualquier indagación académica o de esparcimiento, sin la World Wide Web requiere de métodos muy distintos. Escribir, por ejemplo, con diccionarios de significados, de sinónimos, o con traductores a mano, es diferente. Y porque el apasionamiento por cualquier tema, nos encontrará con redes sociales (virtuales) de personas con idénticos intereses a los nuestros. Sí, obviamente que hallará virus, páginas discriminativas, consejos engañosos, datos falsos, pornografía, hackers que buscan alguna contraseña o algún número de tarjeta de crédito, pero es obvio: a Internet la hace el Hombre, el mismo que es capaz de las cosas más altruistas y de las más abominables.
Pero el contraste que aflige es pensar que ahora, en Las Talitas, entre gente que arroja su basura cuando llueve para que el agua se la lleve o que la amontona en cualquier esquina; que le tira piedras a los colectivos; que circula con escapes de sus motos libres a cualquier hora, que pone música estruendosa cualquier día y a cualquier hora, que entiende la diversión propia como un valor absoluto; que permite que sus niños jueguen a “patinar” en los cordones verdosos; que especula con un nuevo embarazo para acceder a un subsidio; que no entiende que en Democracia su voto soberano no debe comprarse con un bolsón; que le resulta común ver escurrir agua potable por sus calles sin que haya responsables que paguen por ello; que abandona en cualquier lado, cuando ya no la quiere, a su mascota o sus cachorritos, en fin, que entre ellos habrá otros que naveguen en un mundo virtual. Paradojas de Latinoamérica, que ojalá algún día dejen de existir.