La verdadera belleza

Desde hace mucho tiempo se nos viene inculcando una “vergüenza acostumbrada y maliciosa” por nuestro cuerpo, nos machacamos con pensamientos minuciosos porque rendimos culto al cuerpo “perfecto” y nos sentimos deprimidos si no poseemos un físico “estandarizado” socialmente. 

Lo cierto es que no tenemos la obligación de estar dentro de cánones de belleza y mucho menos de tratar de parecernos a los modelos de televisión (que la mayoría están retocados quirúrgicamente). En cambio, sí tenemos la obligación de buscar un equilibrio entre alimentación, deporte y vida sana, para cuidar de la mejor forma a nuestro Templo majestuoso del Alma, que es nuestro cuerpo.
Debemos entender que la belleza es múltiple y que se encuentra en cada milímetro de nuestra ser y que todos somos seres humanos perfectos. Fuimos diseñados únicos e irrepetibles. Sin embargo, muchos, para ganar autoestima, pretenden parecer “clones” de estereotipos como Barbie o Ken y que solo se esfuerzan por verse bien, no por SENTIRSE bien. Personas que intentan llenar vacíos internos, con retoques extremos en sus cuerpos, pero que no logran, puesto que eso solo se logra con querernos y aceptarnos tal cual somos; personas de carne, hueso y mucho más.
Las arrugas, las canas, algún rollito en nuestro abdomen, todas esas y otras marcas de nuestro cuerpo, son una muestra de que hemos vivido a pleno y no nos hemos quedado encerrados en una burbuja. 
La verdadera belleza es imperceptible a los ojos, es aquella que viene del alma y no de la apariencia física; todo lo físico tiene caducidad. Pero hay algo que siempre perdurará y florecerá, hay algo que renacerá en cada nueva estación del año, cuya inconmensurable belleza sólo puede apreciarse con los ojos del corazón. Y ese algo es la hermosura de un alma sincera que no se deja corromper por las trivialidades y banalidades de esta sociedad. Lo que debemos valorar no son cuerpos… ¡son mentes brillantes, corazones llenos de amor y almas puras! 
“Belleza”, según el diccionario de la RAE es “Cualidad de una persona, animal o cosa capaz de provocar en quien los contempla o los escucha un placer sensorial, intelectual o espiritual”. Esto quiere decir que la belleza dependerá de quién mire y que la “belleza” no es solo física.


Sarah Ledezma